Aplicaci�n de la mirada cualitativa en el an�lisis de problem�ticas habitacionales. El caso del PEVE de los �70 La Carlos Gardel, en la actualidad del partido de Mor�n, Buenos Aires, Argentina.

Quality outlook application on housing problems analysis.� The 70�s la �Carlos Gardel� PEVE case, nowadays part of Moron, Buenos Aires, Argentina.

Ricardo de S�rraga[1]

 

Abstract:

En el texto se busca abordar algunas dimensiones profundas del tema seguridad/inseguridad residencial al interior de todo un sector urbano carenciado llamado �La Carlos Gardel�. Ello implica comprender significativamente ciertas pr�cticas locales lo cual llev� al m�todo etnogr�fico y al trabajo de campo para conocer las dimensiones y efectos de seguridad/inseguridad. El caso �La Carlos Gardel�, implica un complejo de terrenos y tipolog�as edilicias: un Conjunto Habitacional (Presidente Sarmiento, llamado Los Monoblocks) y un contexto tambi�n precario llamado Las Casitas �anteriormente NHT, N�cleo Habitacional transitorio. Sobre algunos predios �todos problematizados- hoy se aplica un programa de mejoramiento habitacional (reemplazando Las Casitas por otras Casitas Nuevas). Se sostiene que la complejidad de problemas que afectan al sector segregado debe ser abordada comprensivamente como totalidad desde la descripci�n densa teniendo en cuenta sus condiciones concretas de producci�n. Se busca reflexionar sobre esta experiencia proveniente del Plan de Erradicaci�n de Villas de Emergencia (PEVE, d�cada del �70, dictaduras militares) en el Conurbano Bonaerense, pues se entiende que no ha generado masa cr�tica sobre la inseguridad y ello no aparece reflejado en las pol�ticas habitacionales recientes en Argentina (2004 en adelante). Desde este punto de vista, el aporte que se puede dar hacia el dise�o de pol�ticas p�blicas se relaciona con el fomento de la auto-organizaci�n (minorando la asistencia mecanicista), la integraci�n social, basados necesariamente en un diagn�stico local profundo y tem�ticamente amplio (caso por caso) y no sectorial adecuado a la gesti�n pol�tica.

Palabras Claves: Seguridad residencial; Pol�tica habitacional; M�todo cualitativo; Descripci�n densa.

 

ABSTRACT

 

This article tries to address the residential security/insecurity deeper dimensions within the whole deprived urban area �La Carlos Gardel�. In order to do this, it is important to understand certain local practices which led to the ethnographic field work method to get to know and understand the security/insecurity effects and dimensions.� �La Carlos Gardel� case implied a complex field and buildings typology:�� Housing complex (Presidente Sarmiento, named �Los Monoblocks�) and a precarious one named �Las Casitas� � formerly known as MHT, [nucleo habitasional transitorio], Transitional Housing Nucleus.� Related to some land sites, all of them confronting problems.� An improvement plan has been implemented, replacing the old houses for new ones.� It is said that the problems complexity that affects the segregated sector must be comprehensively approached from the thick description taking in consideration its concrete production conditions.� It is analyzed from the Emergency Villages Eradication Plan (Plan de Erradicacion de Villas de Emergencia, PEVE) from the 70�s during the military dictatorship in urban Buenos Aires, as it is understood it has not created critical mass on insecurity and it does not reflect on recent housing policies in Argentina, from 2004 onwards.� From this point of view, the public policies design contribution are related to self-organization fostering, (not taking into account the mechanical assistance), social integration, based on a necessary deep local diagnosis and broadly thematic (case by case), and not to the sector that is convenient for policies administration.

 

Key Words:� Residential security, Housing policy, Qualitative method, Thick description

 

 

Introducci�n [2]

El texto busca dar cuenta de complejidades que afectan a sectores excluidos como el barrio popular conocido peyorativamente como La Gardel: inseguridad sostenida asentada en la memoria vecinal, desmembramiento del tejido familiar (quedando miembros expuestos o insertos en graves problemas locales), contin�o fallecimiento de habitantes (no necesariamente delincuentes). Se entiende que estos temas deben integrarse al dise�ar pol�ticas urbano-habitacionales m�s efectivas, desde la perspectiva de la participaci�n ciudadana e integraci�n sociourbana. Adem�s la presentaci�n contiene un contrapunto entre la explicaci�n del caso junto a la metodolog�a empleada, conjugando el an�lisis comprensivo con los enfoques de la construcci�n sistem�tica.

 

Una mirada general del problema seguridad

�Qu� es Seguridad residencial? Hablar de seguridad implica considerar las maneras de conocimiento e interpretaci�n de la inseguridad; y posiblemente intentar brindar alternativas o reflexiones para mitigarla. La existencia de normas posibilita el desarrollo de la seguridad residencial, aunque debe reconocerse que esto puede ser entendido como superficial. Debemos ir m�s all� comprendiendo qu� sugiere la �tica individual y colectiva, el tejido cultural determinado por c�digos locales, la astucia informal ante lo dado, los comportamientos dispuestos para la pr�ctica (cercano al h�bitus[3]) en el campo de lo urbano excluido. Este aspecto m�s profundo tiene acceso m�s dif�cil o escondido; escapa a las reglas m�s visibles que fueron creadas en ciertas condiciones espec�ficas y que son continuamente recreadas materialmente, dial�cticamente, bajo cierto devenir hist�rico.

 

Como ejemplo pueden existir normativas sobre c�mo integrar y administrar un consorcio de propietarios de grandes dimensiones (conjunto habitacional); c�mo tomar decisiones que promuevan mantenimiento f�sico y social. Pero la existencia de �stas no asegura que dichos consorcios funcionen adecuadamente, se evadan normas parcial o totalmente, o incluso que ya no existan los consorcios, se hayan disuelto por diversas razones. En La Gardel -conjunto de predios deteriorados detr�s del Hospital Nacional Prof. A. Posadas- hay adem�s un conjunto habitacional creado en la dictadura militar para 1172 unidades de vivienda iniciales. El consorcio de dicho conjunto ha tenido escasos a�os de funcionamiento razonable. Primero pas� a funcionar con desconfianza y precariedad, finalmente dejaron de aplicarse sus reglas. Esto es uno de los problemas �no el �nico ni el m�s grave- que ocurren all� desde hace m�s de 30 a�os. Pese a que existen normas administrativas, siguen flotando en el sector memorias extremadamente complejas de �poca de la dictadura[4], prolongadas al presente. Hoy contin�an muriendo habitantes cotidianamente, de manera no natural, por accidentes no relacionados con enfrentamientos delictivos. Esto lleva a reflexionar acerca de una legalidad relacionada con lo patol�gico con la cual conviven muchas familias que no desean relacionarse con estos temas.

 

Aqu� se propone un an�lisis del sistema de c�digos que debe ser interpretado en su espesor: en la �jerarqu�a estratificada de estructuras significativas� [5]. Estos c�digos sociales interact�an dentro de la subjetividad y reflexividad de los grupos en cuesti�n y su contexto. El an�lisis de la reflexividad se refiere a �respuestas m�ltiples �pero no indeterminadas- a las condiciones que propician dichas acciones�[6], las motivaciones individuales y grupales de los vecinos, as� como de los investigadores que actuamos all�. �Los sujetos desarrollan sus actividades en el seno de una realidad en base a prop�sitos, fines, intencionalidades� [adem�s est�n] bajo las determinaciones de las formas de existencia hist�rica�[7]. Las decisiones de los sujetos est�n situadas material y dial�cticamente y desde la metodolog�a cualitativa y en especial la etnograf�a, el sentido participativo del docente implica guardar especial atenci�n al modo que se define, negocia, visualiza, interpreta, la interacci�n entre los sujetos implicados en el momento espec�fico en que la relaci�n social existe. Esta precisi�n es uno de los pilares de esta metodolog�a etnogr�fica, pues �hay toda una serie de fen�menos de gran importancia que no pueden recogerse mediante interrogatorios ni con el an�lisis de documentos, sino que tienen que ser observados en su plena realidad. Llam�mosle los imponderables de la vida real�[8]. Lo cual implica explicar los v�nculos entre ellos y con uno mismo, la dial�ctica de los encuentros, qu� se dice, c�mo se dice, con qu� motivaci�n, que transacciones se brindaron. Ello permite anclar el sentido de la objetividad; construida de manera diferente al m�todo cuantitativo (y bajo otros paradigmas), pero no menos v�lida. Se trabaja con palabra nativa articulada con explicaci�n de la experiencia en que fue recogida (preferentemente relatada en primera persona) y la perspectiva del actor (�construcci�n orientada te�ricamente por el investigador, quien busca dar cuenta de la realidad emp�rica tal y como es vivida y experimentada por los actores�)[9]. Se puede sostener que no existe caso tipo para comprender de manera acabada el tema.

 

La ubicaci�n de La Gardel en el contexto del deterioro urbano del AMBA[10]:

El h�bitat deficitario, segregado, villero, se inserta en un contexto socialmente heterog�neo del AMBA. Sus tipos de resoluci�n son dispares. Se podr�a enunciar: a) Villas[11] con gran consolidaci�n; muchas llevan 70 a�os en estado de �emergencia� (Retiro, ba�ado de Flores o Barrio Lacarra); originadas en los �30 y �40, sufriendo erradicaciones promovidas oficialmente en los 70 y 80; las instituciones erradicaron desde el gobierno poseen carga negativa dif�cil de modificar[12]; la mayor�a estas villas abarcan muchas hect�reas segregadas (10 a 20 has o m�s) de la ONABE (Organizaci�n Nacional de Bienes del Estado) otrora vacantes, en cont�nuum desmejorado; suelen portar enfrentamiento organizacional e intereses territoriales locales.

b) Nuevas villas y asentamientos en Capital, peque�os, en sectores intersticiales (sobrantes de ferrocarril, bajo autopistas); un informe de Defensor�a del Pueblo indica 24 asentamientos en los �ltimos 5 a�os.

c) Los asentamientos de 2 � 3 d�cadas recientes del conurbano, tienen cierto parecido al fen�meno villero cl�sico; fueron asentados en masa, en tomas organizadas en terrenos anegadizos y basurales.

d) Barrios desmejorados y perif�ricos con poca infraestructura productos del laissez-faire urbano[13].

e) Finalmente sectores urbanos provenientes del PEVE. El Estado en los �70 edific� conjuntos de vivienda para los erradicados: grandes emprendimientos (y n�cleos habitacionales transitorios NHT), ubicados en zonas alejadas de Capital o conurbano. Originalmente deb�an portar organizaci�n vecinal, en la actualidad est�n intrusados y muy desmejorados, casi siempre rodeados de un contexto de apropiaciones espont�neas, intrusiones y desarrollos villeros, como en La Gardel. �Aquel ambicioso plan fue posiblemente la primera demostraci�n de los riesgos y fracasos de las intervenciones estatales (�) no dejaba de ser un intento de imposici�n vertical al que la poblaci�n villera deb�a subordinarse� [14]

 

En esta r�pida enunciaci�n, las instituciones oficiales que atendieron la erradicaci�n en la dictadura fueron los Institutos de la vivienda del AMBA (Provincia y Capital). Erradicaron desde villas capitalinas por el PEVE (Plan de Erradicaci�n de Villas de Emergencia, Ley Nacional 17605, presidencia Gral. Ongan�a) de los 60 y 70 hacia el conurbano. Se instal� una imagen negativa de estas mismas instituciones que actuaban en erradicaci�n y radicaci�n forzosas al mismo tiempo. Posteriormente el problema vivienda social fue objeto de tratamiento mediante Programas del Estado democr�tico, cuyos resultados tal vez escasos (80 y 90) y fragmentarios permiten explicar que han sido poco adecuados o superficiales. Recientemente bajo presidencia del dr. Kirchner se aplica una nueva pol�tica habitacional que ha proporcionado bastante �nfasis en la construcci�n de viviendas en distintos puntos del pa�s.

 

Breve presentaci�n del sector La Carlos Gardel:

La Villa Carlos Gardel o simplemente La Carlos Gardel, fue producto directo del PEVE. Hacia fines de los �60 la pol�tica erradicatoria supon�a, aun en forma muy menor, la radicaci�n de villeros en conjuntos habitacionales que inicialmente iban a ser peque�os (cabe mencionar que dichas radicaciones fueron muy menores a las erradicaciones; y por otro lado, durante las dictaduras posteriores de los �70 y �80, Videla, etc. ni siquiera se planeaban radicaciones, s�lo se erradicaba).

En el sector mencionado se han trasladado, de a poco, cerca de 400 familias erradicadas[15] de diferentes puntos, en pocos a�os, entre el �68 y el �70. El Plan preve�a alojarlos en los NHT (N�cleo Habitacional Transitorio, caser�o de m�dulos cer�micos y chapa muy precarios) s�lo el tiempo en que se demorara construir y adjudicar el NHD (N�cleo Habitacional Definitivo), en principio para esas mismas familias. Al costado de los NHT en 1973 se edific� el Conjunto Habitacional Presidente Sarmiento con una escala mucho mayor a la prevista[16], de 1172 unidades iniciales. Ambos estaban ubicados en los mismos terrenos detr�s del Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas, los NHT hacia el fondo, contra la calle Carlos Gardel (donde termina el conjunto de predios)[17] y m�s adelante el Conjunto. �ste fue proyectado desde un Concurso Nacional del Banco Hipotecario Nacional, resultando premiado el estudio STAFF (arqs. Bielas, Goldemberg, Wainstein Krasuk, tambi�n proyect� el conocido �Fuerte Apache� muy cercano). Cuenta con m�s de 30 Monoblocks dise�ado con ideas higienistas, planta baja libre, enormes patios, calles y pasillo-puentes vinculando n�cleos de escalera (conformaci�n considerada innovadora). Mencionar el departamento donde se vive implica dar n�mero de Monoblock, N� de n�cleo, N� de piso y N� de departamento. Dicha identificaci�n es harto engorrosa.

 

El Conjunto se concibi� como un solo consorcio para todas las unidades habitadas por familias provenientes de erradicaci�n, de origen muy diverso. Dada la cantidad de unidades, los Monoblocks no pod�an corresponder �nicamente a las 400 familias iniciales, sino que obligatoriamente se sumaron muchas otras con criterios a�n no demasiado develados (se habla de apropiaciones violentas, ruptura de puertas; una de las versiones m�s difundidas es que este hecho se realiz� a manos de los Montoneros, perseguidos por la dictadura posterior del 73 a 86, Videla, Massera y otros). Estos factores pueden haber influido para el fracaso del funcionamiento del emprendimiento desde todo punto de vista: mantenimiento f�sico pr�cticamente nulo, inexistencia actual del consorcio de propietarios (por lo contrario, hay gran cantidad de unidades sin regular), enemistades graves y sostenidas de diferentes banditas (a�n hoy siguen falleciendo personas �sobre todo j�venes� provenientes de enfrentamientos; incluso contra la polic�a); cord�n policial de borde y de asalto. Tanto Las Casitas (NHT) como Los Monoblocks est�n altamente deteriorados en sus 16,5 hect�reas y m�s de 10 mil habitantes.

 

El sector en cuesti�n desde hace muchos a�os es considerado en medios masivos como uno de los m�s peligrosos e inseguros. Tiscornia, experta en violencia, reflexion� en 1997 al matutino Clar�n sobre este sector: "Si el Estado no act�a, si la Polic�a no entra, si las viejas organizaciones barriales languidecen, se impone un orden a punta de pistola. La carencia econ�mica, y la falta de una legalidad institucional, hace que mucha gente termine apoyando al nuevo l�der, no importa quien sea". El art�culo menciona al antiguo cabecilla Sotelo o El loco Jerry, muerto por la polic�a y -supuestamente- protector del barrio de anta�o. Hoy no parece haber cabecillas tan reconocidos sino enfrentamiento entre bandas peligrosas, drogadictos y ladrones que asolan al interior del lugar y en los entornos, en conflictos de poder o asaltando incluso vecinos del barrio, comunic�ndose con otras villas cercanas.

 

La cuesti�n del nombre del sector no acaba aqu�. Los vecinos aceptan �Las casitas� y �Los Monoblocks�. Algunos llaman Barrio Carlos Gardel s�lo a Las Casitas (NHT) y Presidente Sarmiento a los Monoblocks surgidos del mismo proceso. Unos expresan rivalidades discriminatorias, y otros dicen �es lo mismo, tengo amigos en ambos lados�. Familiares cruzados, pr�cticas solidarias, el f�tbol -o la droga- no separan en conformaciones. Algunos de los monoblocks llaman �villa� a Las casitas (parece una villa prolija) y no a sus Monoblocks muy desmejorados. Vecinos de Las Casitas dicen �ah� [Monoblock] est� lo peor, suciedad, mal olor, agua servida�. Las casitas es lo m�s visible de afuera y no es raro que se nomine por apariencia externa. M�s conocido es Villa Carlos Gardel segregando la totalidad desde afuera, sin discriminar partes. Seg�n Andr�s (vecino) el nombre surgi� cuando entregaban cajas PAN (Plan Alimentario Nacional, los �80) llamando la totalidad Carlos Gardel desde el Estado. Bety (de C�ritas) explica �cuando vas a buscar trabajo si dec�s Gardel no te toman y si dec�s B�. Pte. Sarmiento tampoco�. Si se habla de La Carlos Gardel la mayor�a de los vecinos ve la referencia gen�rica, no siempre aceptada de buen tono. Tomar la identificaci�n controversial, podr�a reflejar el estado interno del lugar.

 

Actualmente, La Carlos Gardel, tras m�s de treinta a�os de abandono y olvido est� intentando ser revitalizada parcialmente. Ha sido afectado al Subprograma de urbanizaci�n de villas y asentamientos precarios en aproximadamente 436 viviendas correspondientes a Las Casitas (NHT) quedando el total de los Monoblocks fuera del Programa. Dicho subprograma forma parte del Plan Federal de Viviendas, conjunto de programas de mejoramiento lanzados por el Estado Nacional a fines del a�o 2004. No se afect� entonces a las 1172 unidades iniciales sometidas a pr�cticas villeras, donde hay varias unidades dom�sticas bajo el mismo techo, intrusiones y desarrollos territoriales llamados �bajos�, desmejoramiento f�sico grave en instalaciones, usos de espacio p�blico, estructuras, carpinter�as, escaleras.

(1-Sector urbano)

Explica el cura Rodrigo Vega: �Muchos viven inmersos en patolog�as, reglas de la violencia: No puede ser el mat�n [prepotente], no puede sostenerse esa regla. No hay que mirar s�lo ladrillos; lo social est� quebrado. No llevan los chicos a la salita, no los vacunan, no los escolarizan. A veces una mujer se hace cargo de chicos abandonados �Esto es lo que hay que potenciar! Hay que asumir las reglas en su complejidad�. El nuevo Plan es portador de fragmentaci�n. Ahora bien, en Argentina no se resolvi� pr�cticamente nada en materia de villas durante los �ltimos 30 a 50 a�os �No hay tiempo para proyectar basado en un conocimiento de la complejidad, buscando tomar decisiones m�s amplias?

 

Hoy las decisiones del Estado vuelven a ser lejanas y aunque no erradicatorias, obedecen a un mandato donde desde el inicio los vecinos no opinaron. No se busc� la conformaci�n inicial de cooperativas, camino m�s lento pero que posibilita realizar apropiaciones m�s reales. En tiempo bastante adelantado del proceso, el Municipio de Mor�n ha convocado a la ONG Madre Tierra para que los habitantes de las m�s de 400 unidades participen crecientemente sobre formas de pago, ubicaci�n en la parcela, elecci�n de delegados, ubicaci�n de mobiliario en su unidad. Pelli[18] explica �el efecto inocuo de la introducci�n de la premisa de participaci�n en los modelos de pol�tica habitacional orientados exclusivamente a la soluci�n de bienes y servicios�. Pero aclara que hay gran diferencia entre la definici�n por sorteo de vivienda finalizada a cuando el beneficiario est� definido y de alguna manera, participa del proceso de producci�n a�n sujeto a restricciones. La cesi�n de cuotas de poder y la reducci�n de distancias entre sujetos ser�a la posibilidad a tener en cuenta para intentar matizar dicho efecto inocuo. Este ser�a el caso de La Carlos Gardel.

 

�Qu� implica habitar en La Gardel?

1. El ingreso al campo, la �bajada� del nuevo emprendimiento y los primeros significados

Mis primeros contactos con el sitio han sido bajo un contrato de corto tiempo en la Provincia de Buenos Aires (Subprograma de villas mencionado). Posteriormente continu� con una tarea de an�lisis bajo la entidad acad�mica UAI. El rol del investigador en el campo, la perspectiva del actor se ha construido articulando actividades del docente trabajando en gesti�n (al inicio) pero conservando fuerte inter�s en generaci�n de conocimiento, que son las que han primado en el tiempo y muchos vecinos han valorado. El primer desaf�o lo constituy� mantenerse alerta sobre c�mo conflu�an las miradas sobre el trabajador de campo: cu�ndo era requerido como docente y cu�ndo suced�a desde miradas ligadas al proceso f�sico. Si bien el proyecto de investigaci�n UAI surgi� con posterioridad, siempre estuvo presente la identificaci�n con la docencia tanto frente a habitantes como a empleados. La reuni�n de la descripci�n etnogr�fica dentro de la gesti�n no necesariamente es perniciosa si no se traiciona el buen hacer, el sentido �tico y el sentido com�n para que los datos no se manipulen desde intereses voraces, cortoplacistas o politizados, que buscan logros que �la gente seguramente adherir� con posterioridad�. Todo lo contrario, parec�a que detr�s de los emprendimientos f�sicos hab�a un c�mulo de temas que defin�an el habitar en La Gardel.

 

En mi propio ingreso al sitio junto a un empleado municipal pasamos cerca de una casilla policial en el borde. El oficial menos que amable, mir�ndonos de reojo agit� el largo fusil accionando la rec�mara, produciendo el conocido ruido trac-trac donde el arma queda preparada para disparar. Fue instancia de fuerte repercepci�n del borde como l�mite. Ello fue altamente contrastado al encuentro con much�simos habitantes, familias trabajadoras y esperanzadas, que pretenden mejorar su sitio, en un contexto muy claro de desorganizaci�n social, falta de armon�a o articulaci�n en instituciones locales. Pude acompa�ar a empleados municipales en la capilla cuando hac�an el censo para el nuevo emprendimiento que reemplazar�a Las casitas; expliqu� que ven�a de provincia y quer�a conocer la gente, saber c�mo viv�an, qu� les pasaba, m�s como docente que como hombre de gesti�n. Muchos quisieron desenrollar temas con facilidad y se enganchaban a conversar. Luego realizamos en conjunto con el arq. municipal Rodrigo un informe sobre el estado de los Mononoblocks, sitio excluido del Plan[19]. Hice observaci�n participante, asum� intenci�n de conocimiento; no tan ligado a la gesti�n local. Anotar me defini� t�cnicamente, marcaba mi presencia y daba lugar a su participaci�n. Ser el que anota no me incomodaba. Parec�a obsesivo, objeto de comentarios risue�os �c�mo anota Ud! broma con aceptaci�n y respeto. �Me parece bien, es lo que tiene que hacer�. De todos los t�cnicos, yo era un docente que anotaba.

 

Pensaba que mi trabajo cient�fico podr�a ser �til en rescatar memoria de los vecinos; miradas cualitativas de h�bitat, vivienda; articular palabra nativa a distintas esferas, mantener posici�n del lado del ingreso de la democracia. Adem�s de deber seguir la evoluci�n de apropiaciones en Las casitas y Monoblocks; relaciones entre habitantes de distintas morfolog�as y estratos de administraci�n estatal; el proceso de mejoramiento, c�mo se materializan sentido de propiedad y participaci�n. Pero hacia el tema seguridad residencial, hay relatos en la memoria local que resultan altamente pertinentes y que no pueden ser atendidos desde la l�gica de instalar un proceso f�sico. Me he detenido a reflexionar sobre relatos, vida cotidiana que no pod�an ser pasados por alto, sino que eran centrales. Me refiero a ciertas experiencias de vida, casos que explican, de manera muy dolorosa, que vivir en el sector implica estar impactado por problemas que deben ser conocidos de manera cercana.

2- Las casitas (NHT)

Ello contrasta con la forma en que �baj� el Subprograma de Naci�n. Un empleado de Mor�n encargado de recibirme cuando ven�a desde provincia relat� el inicio del proceso: �Llamaron el 6 de enero de Naci�n �para ma�ana necesito la informaci�n sobre el barrio Carlos Gardel�. Algunos estaban de vacaciones; hubo que hacer todo corriendo para el otro d�a. Fue tremendo; sin demasiado tiempo ni para pensar. Esa posibilidad de trabajo de la villa fue rechazada por Promeba y poco tiempo despu�s aceptada en el Plan Federal. Fue incre�ble�. Y luego �cada vez que viene una orden actuamos con premura porque tenemos miedo que los proyectos se caigan�. El nacimiento del proyecto �tras 40 a�os de abandono- fue err�tico y, desgraciadamente, compulsivo. En una primera entrevista con el jefe de Tierras, expres� que no hab�a oficina municipal que no haya realizado aplicaciones de equipos t�cnicos en Gardel: salud, educaci�n, acci�n social, infraestructura, unidad de gesti�n, seguridad. El defecto era que las acciones estaban poco articuladas entre s�, creando una situaci�n compleja. �La presencia que existe actualmente es la mejor que el municipio pudo disponer; se inici� cuando hubo una coordinaci�n sobre el eje minoridad y adolescencia�. Finalmente con la nueva urbanizaci�n se irrumpe con ideas desde esta oficina �esto incluye que las dem�s oficinas revisen pol�ticas con la idea del pasaje de villa a barrio�. Luego mostr� la extensa carpeta para transformar otro sitio llamado Villa Patagones en barrio con infraestructura, planos generales, de detalle, planillas y estudios, papeles firmados por Ibarluc�a (Instituto de vivienda provincial), el intendente de Mor�n, �l mismo. Dijo ��ves todo esto? Es laburo [trabajo], de ellos y nuestro [con mucho pesar]. Est�bamos todos entusiasmados, entusiasmamos a la gente, puse la cara y ahora me deben querer putear�. Agreg�: �esta carpeta no es nada; en La Plata tienen otra m�s grande. Encima nos matamos mandando cartas que nunca se contestaron. Luego pasan las gestiones �d�nde est� la continuidad?�. Son muchos los datos que pueden exponerse sobre la dificultad de encontrar vasos comunicantes claros, confianza en las mismos estratos de gestiones que cambian durante las ejecuciones de los mismos programas. El breve cuadro diagn�stico de la gesti�n adem�s debe incluir que el Municipio, al ser el brazo ejecutor, corre con grandes riesgos por su relaci�n con la gente. Abarcar qu� significa este emprendimiento para toda una instituci�n puede llevar un espacio dif�cil de abarcar aqu� (ver de S�rraga: 2007). Sin embargo se resalta el abroquelamiento de la informaci�n, el manejo obsesivo o conductista de la participaci�n en los momentos donde ya se ten�a que adjudicar las unidades y la muestra de un proceso constructivo sin fisuras ni contradicciones. T�rminos que no confluyen ni aseguran el ingreso de la ciudadan�a sino la finalizaci�n de un Conjunto. Ello no significa en absoluto que la gesti�n de Sabatella se haya desinteresado del barrio, sino que se busc� mostrar resultados de gesti�n desde el dinero recibido -s�lo para el edificio- y un intento posterior de articulaci�n social con medios municipales disponibles, mucho m�s limitados, y el llamado excesivamente puntual a una ONG reconocida.[20]

 

El 6 julio de 2005 hubo una reuni�n en el Honorable Consejo Deliberante de Mor�n. Estaban directivos y t�cnicos con injerencia en el sector Cuando se muestra el proyecto en reuniones de Mor�n, un alto funcionario explica: �Las 432 viviendas se trabajan con manzanas que buscan integrarse [al entorno] acompasadamente desde la ortogonalidad formal hacia adentro. Que no presenta desigualdad en las parcelas, y da [seg�n su opini�n] a los vecinos de enfrente un borde similar al existente�. Estas y otros discursos similares mostraron que, adem�s de una desconfianza necesaria, ante la dificultad del problema se actuaba de forma excesivamente dura. Nunca apareci� abierto a la cr�tica del conjunto amanzanado; la forma cuadricular en tiras paralelas resolver�a la relaci�n barrial por apariencia. Y en verdad no se sabe si una ortogonalidad geom�trica resolver� lo que la gente quiz� no quiera resolver; tampoco se busca el aporte del vecino y su armado institucional en el emprendimiento tan relevante. Y si aunque as� fuera, estar�an trasladando el problema hacia el centro de mayor densidad. O sea resolver�a las 450 unidades (pocas) y postergar�a la soluci�n a 1172 del �70. Mostrando alternativas arquitect�nicas que no figuraban en la licitaci�n. Adem�s acept� que �no se pudo hablar con la gente que habita� pero realz� enf�ticamente �la posibilidad de mejorar la calidad de vida es �nica�. Su entusiasmo muestra la gesti�n intentando ejecutar y resolver un gran problema aunque �l mismo contrasta precisi�n t�cnica con desconocimiento social: muestra el fort�simo aliciente al cual adhiere. Defini� �Hay que construir el barco mientras navegamos� cual idea clave. Evidencia hacer y pensar en forma conjunta, compulsividad natural en Argentina (sobre la marcha, resuelve r�pido y parcialmente, para aquello que debiera tomarse tiempo) por lo cambiante que todo puede resultar. Se toma vigorosamente el desaf�o de realizar un trabajo arduo (opci�n presentada como v�lida). Pero quiz� tambi�n est� escondiendo cuestiones que se podr�an superar o que otros hacen mejor; y en cambio se mantiene una postura taxativa de defensa extrema. Es cierto que hay gran responsabilidad de la ejecuci�n compulsiva al tomar decisiones un 6 de enero, y que s�lo quedar�a decir �tenemos esta realidad�. Pero Mor�n trabaja �esta realidad� en forma activa haciendo vivienda. Pero en verdad �esta realidad� est� indicando que la consideraci�n social, la participaci�n, el conocimiento, etc. son posteriores. No aparece una adecuaci�n mutua en estas decisiones importantes.

3-Proyecto Subprograma

Un t�cnico contrast� discursivamente �los villeros van a transformar sus casas desde modalidades actuales y r�pidamente no se va a diferenciar el nuevo h�bitat de la villa actual�. Opuso el jefe diciendo: �es importante que los mismos vecinos tomen conciencia sobre los controles del crecimiento�. O sea, esta opini�n se contrastar�a con f�rrea legislaci�n. La cuesti�n era objetada por muchos pero nada de esto es considerado como elemento cr�tico. Tampoco surgi� tomar la posible legislaci�n como una inc�gnita para trabajar socialmente teniendo en cuenta 50 a�os de villa. La misma persona retom� �para m� el villero va a seguir siendo villero�, y le contraataca �Si no tenemos convicci�n de que el villero se va a transformar vamos muertos, vamos al fracaso directo�. Aparece nuevamente respuesta taxativa, alta represi�n del sentido com�n, sin discusi�n u opciones de c�mo transformar�an los vecinos y c�mo se ayuda a esto. Las convicciones del equipo t�cnico deben superarlo. La arenga, arreo, entusiasman pero esconde represi�n, baja autocr�tica del proyecto, definiciones parcialmente objetables, desatenci�n de actores claves como la relaci�n con el Hospital Posadas.

Un ejemplo de ello se dio claramente un d�a que importantes autoridades y ministros se hicieron presentes durante el inicio de 2005 para firmar el convenio que defin�a la �bajada� del Subprograma a Las Casitas. El gran acto fue realizado en uno de los bordes del conjunto de predios, sobre la calle Carlos Gardel. Ello fue anterior a mi contrataci�n. Relata La Piruni, diminuta, pero enf�tica y movediza vecina local muy conocida; habla de una manera gritona e impulsiva, voz gruesa parecida, del tipo fumadora, a veces se define como referente barrial y otras como puntero, algunas como peronista y en general como partidaria de Sabatella, partido vecinalista de Mor�n. Muchos la acusan de ser puntero y sacar ventajas personales; sin embargo sus condiciones materiales est�n a la vista, pues vive en los mismos lugares que sus vecinos. Ella dio una de sus primeras referencias. �Yo apoyo lo de las casitas nuevas �C�mo no voy apoyarlo, Ricardo? Pero el d�a del acto, en la parte de atr�s de los Monoblocks sonaron los tira-tiros [balacera] de la gente de los Monoblock, que no estaba de acuerdo con esto. Y yo digo que est� bien que se vea los problemas de ac�. Porque eso existe, est� bien que lo vean�. Muestra que adem�s del emprendimiento, hay otros problemas �en el fondo� que deben atenderse.

 

Puede hacerse un peque�o par�ntesis acerca del cambio de roles del presente autor. El contrato de provincia hab�a finalizado y el director de Urbanismo, tierra y vivienda Garay parec�a no contar con apoyo pol�tico suficiente para renovar muchos de sus contratados (el mismo subsecretario y la directora provincial m�s adelante dejaron sus funciones). Pero en momentos de la gesti�n, el jefe de Tierras de Mor�n quer�a que mi trabajo contara con �independencia cero�. Que obedeciera directamente su palabra y buscara resolver en provincia lo que �l consideraba pertinente (y claramente estaba fuera de mi �rbita). Ello promovi� una diferenciaci�n de mi rol no con los empleados, sino directamente con la gesti�n local central. En ese sentido, �ser el que anota�, rol ligado a los vecinos, me permiti� continuar trabajando desde la Universidad. Rol que no ha arrojado contradicciones de inter�s.

 

2. Las sombras de los �70. Baj�bamos de los camiones. Vimos los fusilamientos

En otro recorrido La Piruni ofrece entrar al sal�n de su comedor Los Gardelitos: �Yo vivia en una villa en el barrio �Los Patitos� mas o menos 20 familias, vinimos 5 familias Altamirano, Gutierrez, que era el apellido de mi esposo, "Casafu", "Verja". Porque yo me hice mi casa juntando ladrillos, Ricardo!...all�, mi marido no tenia trabajo efectivo y yo juntaba monedas en la costa del r�o y me iba a la costanera, 2 a�os trabaj� y me pagaba como un animal, ni tenia vacaciones [Trabajaba para la empresa]... lumbr�cola; vend�a en el puerto, me iba ah�, conoc�a todas las lombrices porque cada pescado tiene... ped�an para distintos peces, el gusano de tierra que es blanco con cabeza colorada, no s� si los conocen, ustedes que estudian deben saber mas que yo... yo tomaba el trabajo como un sacrificio, entend�s? para darle la comida para mis hijos. Me hice una casita, primero ten�a un cuadrado de chapa cart�n con mi marido... despu�s empec� a trabajar y me hice una de 4 metros con una ventana con puerta, candado y todo. Cuando llego el momento que nos trajeron ac� esto era, ni un �rbol ni una sombra nada, no hab�a ni una gente, el �nico que estuvo en el 63 era el supermercado. A nosotros nos bajan con mis 6 chiquitos tenia y un chiquitito, el mayor m�o tiene 47 a�os... y bueno nos fumigan a todos con el veneno, era una tristeza, encima all� al largar tus cosas te paso la topadora te tir� todo y era algo que rompi� el coraz�n, el pecho, el alma,� [Agreg� con tristeza y bronca]: �tuvimos que hacer dos filas, una de mujeres y otra de hombres, con el torso desnudo, chicas j�venes, viejos y viejas, con el bultito de ropa bajo el brazo�. Rescatar esta y otras memorias es algo que a los vecinos claramente los enciende, los hace sentirse part�cipes de una conciencia colectiva. La misma vecina dijo �esto se tiene que saber, Ricardo, hac�s bien en trabajar esto�.

 

La misma vecina explicaba que en la �poca de Videla hubieron fusilamientos en la zona del tanque. �Los polic�as los tra�an, ser�an las 6 de la ma�ana y los dejaban irse corriendo, �and� y escapate� y les tiraban de atr�s� luego ellos mismos se llevaban los cuerpos, varios vimos eso�. Durante mi trabajo de campo aparecieron muchos significados profundos que marcaron el barrio. Resulta llamativo que luego de tantos a�os ello no haya sido olvidado. Me produjo especial impacto tanto el tema de la muerte y la droga, instalados, circulando, sin poder ser superados hoy por el cuerpo social [21].

 

Ello pareci� por fin desprenderse del discurso del arq. Garay, director de la Subsecretar�a de urbanismo y vivienda de la Provincia de Buenos Aires. Expres� en reuniones formales de 2005 los objetivos del Subprograma: �se busca que gente que vive en condiciones miserables en tres a�os viva en una casa digna con modalidades de participaci�n y ciudadan�a, que participe de su futuro�. Hizo menci�n a Villa Carlos Gardel donde asum�a �el conjunto habitacional Pte. Sarmiento se asent� bajo modos de producci�n y reproducci�n villeros�. Era gratificante escuchar esta asunci�n; era la primera vez que se expresaba. Pero el presupuesto no contemplaba temas sociales, hab�a una carencia presupuestaria para atender dicha profundidad social y la ejecuci�n del municipio en sus inicios tampoco ten�a consideraci�n al respecto sino buscaba �asentar el proyecto de arriba�.

 

3. El nuevo emprendimiento y la batalla por el alambrado

No result� extra�o que, frente a semejante direccionamiento de la ejecuci�n, hubiera resistencia en ese cuerpo social plagado de contradicciones. Cuando comienza la construcci�n del nuevo emprendimiento, la presencia de la Empresa constructora implica el ingreso de otra l�gica en forma decidida, donde la nueva urbanizaci�n irrumpe sobre el ambiente f�sico y social existente durante m�s de 40 a�os. Desde la misma mensura tuvo que hacerse presente la polic�a para despejar malas miradas.

 

Una de las primeras tareas de la empresa constructora (noviembre 2005), relevamientos altim�tricos y mensuras previas, consisti� en realizar el gran obrador. Este tomaba gran parte de algunas canchitas donde se realizaban campeonatos de f�tbol. Una familia del Monoblock 17 cobraba ciertos valores econ�micos (inscripciones y chorip�n). La canchita m�s usada est� situada contra la avenida Perdriel, sin embargo la que se ubica al centro de los predios, junto al gran tanque elevado sobre el play�n, forma parte no s�lo de esas las pr�cticas y otras actividades visibles. Cada vez que el municipio organizaba actividades tambi�n sol�a utilizar ese espacio. Quedaba marcado por organizadores de f�tbol, vecinos, municipio. Pero el d�a del armado del obrador y del ingreso de las maquinarias comenzaron a desenvolverse hechos que merecen prestarse suma atenci�n.

 

La empresa constructora busc� realizar el alambrado perimetral de seguridad. Abarcaba desde Marconi y la escuela hasta los Monobloks pasando cerca del tanque de agua y el play�n. La colocaci�n del alambrado termin� a las 17 hs. A las 19 hs el alambrado cercano a los monoblocks fue robado por vecinos a plena luz del d�a, a la vista todos. Ante esto surgi� una denuncia telef�nica de otros vecinos, concurri� la polic�a en actitud de enfrentamiento con quienes robaban, que ser�an del Monoblock 17. Seg�n vecinos de las casitas (ex NHT), quienes extrajeron el alambrado hab�an concurrido con chiquitos de cerca de 10 a�os dej�ndolos adelante, expuestos a drede al frente, mientras los mayores quedaban atr�s. Actuaron de forma programada: realizando tiros al aire los mayores desde atr�s y arrojando piedras los ni�os peque�os hacia la polic�a, ni�os de un metro de alto gritando "hay que defender la cancha". Los polic�as realizaron tiros tambi�n pero no pudieron impedir que quienes estaban viendo (y son conocidos en el lugar) realizaran el hurto con �xito. La expropiaci�n del alambrado se realiz� en la canchita m�s grande -�nica afectada al emprendimiento (las otras dos quedan tal cual est�n). Dicho cerco no se pudo realizar all�. Se realiz� 100m m�s atr�s de forma precaria (postes de madera de poca escuadr�a y cintas pl�sticas delimitadoras). Este borde no presentaba entonces ninguna posibilidad de ofrecer seguridad siendo restituido varios meses m�s tarde. As� se ingres� maquinaria pesada, camiones de gran volumen para movimientos de tierra, rellenos, trazado inicial de calles y retiro de �rboles. Se not� un avance excesivamente lento. El comentario de vecinos es que la intenci�n no parece ser avanzar a toda m�quina hasta que haya mayores seguridades y se pueda traer personal con mayor confianza.

 

Un vecino (voluminoso, tranquilo, habitante de las casitas, de los primeros pocos vecinos empleados por dicha empresa en tareas de seguridad) aclar� que cuando vio el robo le dijo al ingeniero jefe de obra: "yo no tengo problema en enfrentarme, pero no quiero hacer pelea entre nosotros". Otro dijo �no entiendo, muchos tienen familiares en ambos lados y chicos en varios lugares, pero que se opon�an�. Otro ampli� �muchos de los que estaban en el enfrentamiento con los tiros eran empleados contratados en el �rea del hospital, no comprendo c�mo un empleado no reacciona a favor de las casitas sino en contra�. Seg�n expresiones volcadas en La Capilla, lugar de sana discusi�n habitual y crisol grupal, comentaron que una vecina enfervorizada y conocida de los monoblocks, indic� al ingeniero amenazando �quiero casas�. Aqu� marca una diferencia, pues no opone a la apropiaci�n de la canchita. Esta amenaza fue interpretada por otro de las casitas: �en parte tiene raz�n, ellos tambi�n tienen problemas�. Esto es relevante, dado que el alambrado est� detonando no s�lo los valores capitales que se modifican, sino que expresa que no se ha conversado lo suficiente y hay intereses heterog�neos por los cuales la gente reacciona. Dentro de esos intereses implica considerar que no se ha realizado nada durante 40 a�os y cuando se lo realiza la comunicaci�n inicial es endeble, y no se considera un diagn�stico amplio. Pero hay una observaci�n de inter�s, dado que las casitas que luego se empezaron a construir no fueron 436 sino 480. Llam� la atenci�n de la diferencia no s�lo a m�, sino que luego la puntero Piruni fue desplazada de las preferencias del municipio. Ella sol�a saber todo o al menos gran parte de lo que pasaba. Y ella dec�a ��porqu� son 480? �Para qui�nes son esas casitas que no estaban al principio?

 

El caso muestra al Estado actual tratando de imponer normas de manera diferente al PEVE. Pero �siguiendo el modelo- se trabaja en la superficie del habitar, de manera prescriptiva, imponiendo en un sector sin tomar todos los temas, s�lo tratando de adecuar con la presencia tard�a de una ONG. Si bien esto es muy buena y necesaria concesi�n �Qu� riesgos hubieran corrido si esta inclusi�n no hubiese sucedido? Pero adem�s se trabaj� sectorialmente, sin normas para lo urbano que debe diagnosticarse en su totalidad �Porqu� hay diferenciaci�n entre unos u otros frente a la misma problem�tica? Entonces las prescripciones surgen como bajada formal, acabar con la villa, pretendiendo armonizar con el entorno.

 

4. Se les escapan de las manos. Vos lo sab�s, t�a �de d�nde sale todo ese dinero?

4.1 Susana

Me he encontrado con muchas personas preocupadas por el barrio. Una de ellas, Susana es manzanera y adem�s desarrolla labores en la iglesia evang�lica. Mujer de buena voluntad, madre muy preocupada no s�lo de sus hijos, sino de muchos chicos que atiende en la iglesia, d�ndoles el mate del d�a s�bado. Las actividades de mejora practicadas por mujeres como Susana tienen l�mites concretos, uno de ellos es la desidia de la socialidad barrial. Ella siente esa imposibilidad como algo real: �A m� me gustar�a mejorar el lugar. Pero sola no puedo�. Es un l�mite que si bien no quiebra su conciencia pol�tica (sigue trabajando) le muestra que su accionar llega hasta cierto punto. Este sitio conflictivo ausentes de normas, expresa una legalidad desde basura desparramada por doquier, apropiaciones a las plantas bajas libres �pilotis� de edificios y m�s a�n, enormes desarrollos territoriales que expanden tomando espacio p�blico, indican apropiaciones personales sobre lo comunitario en base a regulaciones de hecho no consensuadas. Lo legal es el conflicto, contrario a la armon�a social, junto al deterioro y cloacas rotas a cielo abierto.

4-Play�n y Monoblocks

La iglesia evang�lica forma parte de sus herramientas. Les habla a los chicos: �ver los j�venes que se est�n matando, muriendo en la droga, est�n perdiendo su ni�ez en la droga porque ves chicos de 8, 9 a�os que andan con la bolsita [aspiran poxiran] y tendr�an que estar con la pelota o alg�n libro. A los chicos les pod�s gritar �dej� eso! Hay chicos que les hablamos y est�n sin haberse drogado; no puede ser que este chico est� as� metido en la droga o en la delincuencia porque salen a robar un coche para sacar $10 para comprar una lata y arriesgan su vida; cuando est�n drogados est�n totalmente perdidos�. Se puede interpretar al barrio como actor colectivo que permite la reproducci�n de la perversi�n.

 

�Quiz� la familia no sepa, no quiero juzgar la mam�, decir que no se ocupa, pero hay mam�s que se les va de las manos y ellas ya no pueden hacer nada. Es lo m�s triste. Tratan de buscar alg�n lugar donde puedan ayudarlo, una granja [establecimiento terap�utico] �viste? Pero si los pibes no ponen voluntad no los aceptan. De los pelos no los pueden llevar. Algunos van presos, cuando salen, tienen m�s bronca, y crecen con toda esa cosa que no les importa nada. Ni la familia. Habl�bamos con mi vecina que el marido ven�a de trabajar a las 6 AM, tiene el turno de noche. Y pas� y estaban todos los pibes. Ahora vas a ver algunos. Y a la vuelta veo y dicen �parece que est�n robando la gente que sale, porque hay un mont�n de carteras [en el piso], pasan las chicas que van a trabajar o estudiar y les sacan la cartera�.

 

Susana marca fuerte aprecio por el barrio, y sin embargo siente que �los problemas� son �aspectos�, algo parcial, cuando en verdad modifica su vida y la de todos los habitantes del �rea urbana (dentro y fuera de Gardel) de manera permanente. �Me gusta mucho, yo me quisiera morir ac��, es una de sus frases. Y muy cercanamente �Actualmente mi barrio es peligroso. Pero tiene sus cualidades. Del 100%, el 80% no es mala. Pero se ve m�s el 20% que la otra parte. Lo m�nimo se ve m�s�. El futuro de sus hijos es lo que le llevar�a a irse. Llam� la atenci�n cuando dice de sus hijos (viven en el 2� piso) �No, ellos no bajan nunca. Solamente para ir a la escuela o por ah� a comprar ac� abajo. Y primero veo la galer�a de enfrente, si veo que est� tranquilo los mando, si est�n los pibe dando vuelta no los dejo, no bajan�. Es respetable su deseo consciente acerca de d�nde quiere vivir -utilizando a la iglesia evang�lica como ant�doto- y su tarea transformadora, a sabiendas que su labor en general tiene alt�simas limitaciones por el inmenso proyecto implicado y porque no le resulta simple instaurar normas. Para ello se necesita un trabajo amplio y profundo del Estado (no acotado tem�tica y f�sicamente). Ella trabaja tratando de adecuar normas socioculturales de tipo preventivo al devenir local (no drogarse, participando en la orquesta sinf�nica infantojuvenil Carlos Gardel[22]), e intenta favorecer regulaciones sociales m�s sanas. Y establece normas r�gidas en un hogar muy controlado para no permitir ingreso de lo perverso.

 

La metodolog�a cualitativa puede tener como opci�n la deriva, la b�squeda abierta de significados, de manera que pueda instalarse una bola de nieve donde hay cosas que a fuerza de ser repetidas ya se toman como ciertas pues no son contrastadas. Ello conlleva, sin embargo, el peligro de tomar partes de discursos coherentes, plenos de sentido com�n y que aparentemente demuestran emp�ricamente. Pero muchas de estos p�rrafos de la vida cotidiana necesitan ser profundizados, vistos desde m�s vecinos. Me llamaba la atenci�n la frase �se les van de las manos�, como algo imposible de modificar. Esa misma frase cobr� sentido en un caso muy cercano, en Erminia con su hijo Lalo.

 

4.2 Erminia

Erminia es una de las vecinas con las que m�s he caminado. Mujer mayor, de piel aceitunada, muy l�cida, y bien intencionada. Sus miradas sobre el barrio suelen ser cr�ticas y tendenciosas, muchas veces caen en lo subjetivo, rezongona constante de la mayor�a de sus vecinos. Su caminar lento y rengo no es obst�culo, ella va pie tras pie a todos los lugares. Nunca me dej� solo. Sobre Erminia no caen miradas negativas sino de aprecio, nunca vi que nadie dijera nada malo de ella. Tiene m�s de 70 a�os, la conocen todos y saben de sus actitudes mansas y participativas. Su presencia emana trayectoria local, presta y da bienes a varios cercanos, o sea es antigua y buena vecina. Es manzanera y est� muy en contacto con la realidad cotidiana �aunque su opini�n sea menester �triangularla�. Creo que cuando su opini�n tiende claramente hacia lo subjetivo est� promovido porque al ser mayor y tener problemas de renguera, tiende a quedarse en la casa, encerrarse y (salvo su nietita Anita) se aburre, y queda �para m�- rebotando en su cerebro todos los problemas locales sin resolver. Creo que caminar la ayuda bastante.

5-Entre Monoblocks

Hay miradas de peligro que suele aportar. Cuando qu� es bueno y qu� no lo es. Conoce las banditas peligrosas y se mueve con alta soltura en el barrio. Cuando caminamos le digo �conoc�s a estos muchachones? Y s�, los conozco, son de m�s all� pero no los saludo�. Siente que la respetan y eso tambi�n le hace bien. Hace poco mataron al hijo de Carmen Medina (en Monoblock), cuesti�n recurrente. Del hijo de Carmen Medina yo nada sab�a. Cuando le pregunto a Erminia sobre el muchacho, responde �No llor� tanto la muerte de ese pibe, es uno de los pocos que me quiso robar. Estaba caminando por la calle, vino y me puso el rev�lver en la cien y me dijo dame todo. Y yo le dije �justo a m� me quer�s robar que te conozco de beb�? �No ten�s otro lugar donde ir? Pese a que hab�a robado a la se�ora que estaba conmigo, se dio a la fuga con lo que le dije�. Erminia conoce muy bien los c�digos locales.

 

Esta vez tras el fallecimiento de su marido en marzo de 2008 se sent�a bajoneada, por eso la llam�. �Me sorprende invit�ndome ��porqu� no te ven�s a comer a casa?, hoy tengo carne, tengo milanesa y voy a hacer pur�. La carne parec�a ser una fiesta o una excepci�n y me convidaba. Y agreg� �Estoy con Lalo� (hijo adolescente adoptivo). Sol�a formar parte de la conversaci�n �estoy con Anita�; era razonable pues influye en la caminata la ni�ita de 7 a�os. Pero �con Lalo, adolescente de 17 a�os? �Qu� pod�a influir en el nuevo ingreso su presencia? �No podemos caminar sin �l? (pens�)

 

Empezamos con devaneos telef�nicos para combinar (sol�a citarla en la capilla), pues poner un punto en el borde de afuera no es f�cil. Empieza �La Marconi o La Perdriel? (Avenidas) y se confunde entre ambas (les pasa a muchos, son avenidas pero no se apropian de los nombres, cual sitios innominados o poco apropiados, los bordes no son amistosos). Se hizo presente la extra�eza cuando le digo de encontrarnos en La Perdriel, el colectivo ahora viene por all�. Y empieza a describir mobiliarios urbano para ubicarnos, yo no siempre los recordaba ��En la caseta primera o en la de enfrente la chica? �en la esquina de la feria?�, todas se�ales de apropiaci�n distintas a �tal avenida en cierta esquina o n�mero� (se�as m�s globalizadas). Pero esta vez yo quer�a encontrarme afuera. Hace tiempo, encontrarme en Marconi era m�s f�cil: la esquina de la escuela o directamente en la capilla (adentro) o el hospital (m�s lejos). Pero debido a la obra sobre Marconi, el colectivo ahora va por Perdriel, entonces ya no entro por all�. Tengo la experiencia que entrando por Perdriel ya me pidieron �peaje� [plata para pasar] y quer�a evitarlo. La av. Perdriel es m�s an�nima, tiene basura, est� sobre el Conjunto. Conozco los comercios de enfrente, pero ella conoce m�s los objetos del borde del conjunto que para m� eran an�nimos y poco recordados. Combinamos en la verduler�a de enfrente, la conoc�amos ambos. Eran las 11 y digo, �voy a las 12, tardo una hora�. Responde �no s� qu� hora es, termino de pelar las papas y salgo�. Llegu� 12:10 pasadas y Erminia en cambio termin� sus papas y lleg� antes al lugar, tan inh�spito que estuvo un tiempo y se fue. Y nos desencontramos. Se comprueba en la deriva que para mucha gente que vive en la villa las categor�as tiempo y espacio son diferentes a las utilizadas por los que no vivimos all�.

 

Por suerte Tina, una vecina se acerc�; ofrece acercarme a lo de Erminia; y apunta �no te metas solo, el barrio est� dif�cil �ltimamente�. Llegamos �Erminia, te lo dejo, cuid�melo bien�. Erminia estaba en su n�cleo de escalera del 1er piso oteando la calle hacia lo lejos y sonri� bastante al verme. Parec�a una sombra, demasiado delgada, demacrada con respecto a las 2 semanas anteriores. �Estoy haciendo la comida, Lalo dijo que cuando est� lo vaya a buscar�. Lo buscaba con la vista. La anim� �si quer�s vamos juntos�. Sac� las papas hirviendo, el aceite del fuego y salimos. Antes le dijo a la vecina de al lado �enseguida vuelvo, voy a buscar a mi hijo, si lo ves avisale y si viene alguien decile que ya vuelvo�. Marca relaci�n entremezclada con su entorno social. No s�lo cercan�a sino pertenencia a red de asistencia mutua para facilitar la convivencia, �mirame las relaciones, participa en ellas, conocelas, y dame una mano�. Cuando baj�bamos dijo orgullosa, �tengo milanesas porque Lalo dej� de trabajar y le pagaron�. [R] �no tiene trabajo ahora? �No, ahora tiene que buscar. Las milanesas de pollo las cobr� con el trabajo que ten�a�. Ella me invitaba con esas milanesas. No he visto que Erminia tenga milanesas, la �ltima vez compr� una prepizza y queso y fuimos a su casa. Ahora le llev� un kg. de buenas manzanas como intercambio. Muestra lo urgente ligado a lo superficial dado que si cobr� ahora �con qu� comprar�a despu�s? Ella dice que es bueno que tenga plata hoy.

 

Buscamos su hijo adoptivo Lalo en las casitas nuevas y nada. Preguntaba a vecinos ��No viste a mi hijo, pantal�n azul de gimnasia, ven�a con un chico m�s bajito muy simp�tico?� Luego otra se�ora en bici con su hijito en la sillita trasera �se�ora, a qui�n busca?� De nuevo la descripci�n, todos usan eso y van de a pares. �Bueno, si lo ves avisale que est� la comida�. Me sonaba extra�o decir a desconocidos lo que se supone que se dice a conocidos. Lo que era extra�o para m�, decir a vecinos que no conozco, parec�a ser com�n. Nadie respond�a con extra�eza. Me result� poco convencional que �l no dijera tampoco d�nde iba a estar, sin embargo sali� a buscarlo. �yo entro, y si quiere comer que venga, ya lo busqu� (ofuscada). Cuando hizo las milanesas le dio una a la vecina de al lado que �le cuid�, el intercambio por mirar y participar de la red. Luego consult� �me prend�s el fuego, no tengo f�sforos. Lalo me regal� este encendedor� (de llama, dif�cil para un anciano), luego, �tambi�n tengo este que me regal� la vecina de al lado, que no lo usaba�. Pertenencia e intercambio cual regulaci�n que otorga seguridad parcial.

 

Est�bamos comiendo y llega Lalo, apurado y serio. Muchacho de 17 a�os sin demasiadas se�as que lo distinguieran. Delgado, buenas facciones, tez aceitunada y cara ovalada, dientes ligeramente salientes, pelo oscuro te�ido con mechas rubias, como melenita. Ropa deportiva cara, con gorrita blanca tirada hacia atr�s. Pantal�n azul, y arriba dos abrigos un sobre el otro. Ambas de excelente apariencia: buzo blanco con inscripciones grises y campera azul: y el gorrito de atr�s del buzo blanco (canguro) puesto arriba de la gorra blanca con visera. Parec�a jugador de b�squet de pel�cula norteamericana de los barrios bajos negros y latinos. Llama la atenci�n la presencia de ropa que a m� mismo me costar�a tener (com�n en esos lugares). Not� su mirada un poco fija (�desinteresada, desapasionada, err�tica?) Erminia le habla y responde con frases evasivas. Me salud� con una sonrisa simple acerc�ndose con un beso y dando la mano cruzada, como hacen muchos. Se mueve dentro del departamento con gran rapidez, decisi�n y agilidad, cual bola de billar. Ella sale al cruce, a la b�squeda, como pretendiendo tenerlo cortito. Pero �l evade y responde cualquier cosa: [E] �te fui a buscar all� en las casitas y no estabas�. [L] �No estaba, hice otra cosa� (�qu� es otra cosa? pens�). Se sienta con nosotros y come. Deglute milanesas con much�sima mayonesa (casi medio frasco en la comida; mezcla mayonesa con pur� en partes iguales e introduce bocados del tama�o de un helado, con incre�ble voracidad: la cantidad de aderezo y la velocidad eran llamativas).

 

Mientras com�amos Erminia mostr� orgullosa su credencial plastificada de discapacidad, un poquitito manchada, permite tener, acompa�ada, viajes gratuitos en transporte p�blico. All� me entero de sus enfermedades: Osteocondritis y Ateroesclerosis. Dice que tiene eso y no toma nada, sonr�e al afirmarlo. Pareciera no interesarse en su enfermedad, devanea entre tenerla y no querer tenerla. La credencial por la que sonr�e es un bien que permite acceder a servicios sociales, haciendo hinchar su cara de orgullo. Pero marca una condici�n de necesidad (credencial de necesitada) y ello no lo evidencia. Luego mostr� otras tarjetas de cobro alimentario, $400 por provincia (amarilla) y $100 por Mor�n (azul, con escudito). Se confunde en los pesos, entre 40 y 400; 10 y 100, sin estar muy convencida de cu�nto era cada una. El total es $500, seg�n INDEC (�ndice Nacional de Estad�sticas y Censos) la canasta m�nima para una familia en situaci�n de indigencia (orgullo de credencial para intentar superar la indigencia). Luego dice que deben tres meses de tel�fono; �el monto no lo s�, s� s� que son tres meses�. Y �aparte cobro una botella de aceite que me dan como manzanera. Siempre sobra, me quedo con una, el aceite lo tengo gratis�. Agrega �tengo que ir a Mor�n a buscar alimentos, me los dan hasta el 24, me parece que ya me pas� (no sab�a el n�mero de d�a, era 20, no se hab�a pasado). �La Moni me est� tramitando la jubilaci�n�, era en verdad la pensi�n del marido.

 

En medio de la comida Lalo apunt� que ayer fue a Mor�n y pag� el tel�fono ��pagaste los tres meses?�. �Si, no qued� nada de deuda�. Parec�a envalentonado, como jefe var�n. Luego de comer r�pidamente se va. [E] �A d�nde te vas? [L] A Caseros [lejos, 30 minutos]. [E] �A qu� vas? [L] A hacer una cosa� (con acento �no me hinch�s�). [E] Mir� que viene la prima Moni. Llam� y dijo que ven�a [en su tono hab�a un �te buscan�]. Le dijo a Erminia que cuando lo buscara �dec� el rubio y me van a conocer�. Marca seud�nimo distinto al nombre hogare�o (raro que Erminia no lo supiera). Ella me dice aparte �A veces ni como, hoy porque viniste vos, por eso como�. En parte su delgadez podr�a deberse a eso, pero la veo tan demacrada. Y tambi�n contenta con verme. Ajustamos el televisor dado que estaba casi sin colores, gastado y mal combinado. Vuelve Lalo, casi sin saludar y se va al dormitorio y cierra la puerta. Si hubiera ido a Caseros no podr�a haber vuelto tan r�pido.

 

Al ratito llega La Moni, sobrina de Erminia, prima de Lalo. Pone su cara sonriente en la mesa. Mujer de fuerte car�cter, �vengo para poner orden en la familia y cantar la verdad�, asegura. Obesa, grandota, cara redonda, pelo oscuro, tipo matrona. En medio de la conversaci�n general me susurra �Lalo anda en malos pasos�, como si Erminia no supiera o no quisiera saber y ella quiere tratar el tema en la mesa de manera abierta. Si bien nunca la hab�a visto, Erminia le hab�a hablado de m� y se sent�a en confianza. Trata dos temas: Lalo con sus malos pasos y el departamento como bien propietario -tras la muerte de Oscar, marido de Erminia, ya varios est�n mir�ndose como herederos. Dentro de la unidad f�sica convive de manera estable su nieta La Chiqui de casi 40 a�os, madre de Anita. Supuse que aportaba al hogar e integraba la unidad dom�stica; luego comprob� que eso era err�neo. Lo cual significaba la crisis del sentido de unidad dom�stica pues La Chiqui aport� dinero siempre de mala manera. Concluyo que ello marca adem�s de la crisis de la unidad (es posible que simplemente implicara sostener al familiar dentro del techo), marca un destemplado del buen clima familiar que he visto antes, un desgranamiento familiar (tal vez prematuro) y que sea tambi�n, lo que probablemente produzca el adelgazamiento de Erminia.

 

Enseguida La Moni se mete en el dormitorio de Lalo, se escucha que hablan. Erminia dice: �A ella le tiene miedo, le hace caso�, significa que a Erminia no le hace caso. Luego Lalo vuelve a salir y a los minutos vuelve a entrar; esta vez se mete r�pido en la pieza y pone m�sica a alt�simo volumen. La Moni dice, �yo s� que ahora se est� drogando, cuando pone la m�sica fuerte es que se est� drogando�. La cumbia estaba a nivel elevad�simo. Cuando sale tiene vista un tanto perdida, sumaban sus pasos r�pidos y �giles con ropa deportiva. Parec�a un tigre dentro de su jaula, yendo, viniendo, saliendo y volviendo a entrar.

 

Le pregunto a Erminia si sabe con qui�nes se juntan. Dice, �los veo por all� pero no s� qui�nes son, ni siquiera el nombre�. [R] �Sale de noche? Ac� las banditas peligrosas [muchachones] salen de noche. [E] �Si, a veces viene tarde. Viene como a la una de la ma�ana �ves ese banquito al lado de la puerta? Lo tengo para salir a la escalera y me quedo all� tapada con una frazada esperando que venga�. [Moni] �Pero est�s loca? Te puede pasar algo. [R] (enojo) Supiste del hijo de Olga, a del comedor de C�ritas, que muri� por estar en la puerta de noche por una bala perdida, �lo conoc�s? [E] Si, al pibe lo acompa�� al hospital cuando muri�, yo estuve all�.� Esta mujer tiene conciencia clara de qu� es estar ah� a esa hora. Parece no querer expresar lo que en el fondo de su conciencia sabe. Moni agrega �ya sab�s, el Lalo tiene una entrada en la polic�a, [arrestado], la otra noche lo tuvimos que ir a buscar, a poco de haber muerto el padre�, Erminia esconde la cara en sus dos palmas, como no queriendo ver: �Lo sab�s, t�a, lo sab�s�. Y ataca ��de d�nde te cre�s que sale toda esa comida? �De lo que le dieron por echarlo? �Sale de ah�!�

 

Regresa Lalo, sale el tema de la compra de comida. Erminia le ofrece a Lalo una de las manzanas que yo hab�a llevado [�justificando mi presencia?] Lalo toma una y dice a Moni disculp�ndose y pidiendo que no lo persigan: �Yo compr� comida �viste que compr�? Y ella comi�, y ella no compra nada�. La compra por el compromiso de la devoluci�n ante la circulaci�n de bienes, viene desde la �poca que el padre fallecido Oscar recib�a la jubilaci�n ($900, la est�n necesitando). Pero hoy no aparece la responsabilidad asumida, el lugar del var�n, sino como una devoluci�n ante otros, para �componer un cuadro de armon�a hogare�a� y tambi�n posiblemente de libertad fingida �yo ya traje, yo ya cumpl�. Responsabilidad falsa cuando �l se iguala cual joven de 17 a�os que expresa haber trabajado frente a una anciana sin posibilidad de reproducir nuevos ingresos. Le echa en cara a su madre adoptiva, increp�ndole falta a alguien con credencial de indigencia. Expresa una falsa regulaci�n que en verdad muestra un hogar desorganizado y falto de sentido com�n, donde ingresan las perversiones instauradas en el sector urbano.

 

Erminia confiesa que a veces cuando hace fr�o Lalo se muestra como adolescente muy joven, va a dormir con ella a su cama. Pasa de su dormitorio al de ella. [E] �Ayer vino, viene salteado. Una noche si y una no, seg�n haga fr�o. Se acurruca bien pegadito�. Se recalca la dificultad para proyectar expectativas de vida de un adolescente que actualmente no estudia, no ha cumplido su entrada a la adultez. Y antes de empezar a trabajar o estudiar ya est�n ingresando en la droga y en el robo. Moni dice �Est� en el programa ese, el PPC, que dan en el chal� (Programa de prevenci�n comunitaria, llamado all� Programa de Pibes Chorros). �Ese para m� les hablan, les hablan� pero no pasa nada. Y les dan $150 por participar. Para m� agarran la plata, miran para otro lado y compran para drogarse�. Moni expresa la falta de sentido de ciertas normas que vienen desde afuera pero que en el contexto local son insuficientes para instalar dichas expectativas, pues se adecuan tergivers�ndose.

 

Moni le habla a Erminia de control, sabiendo que no podr� hacerlo. Ella controla a sus hijos: �el boleto dice a qu� hora subieron y yo s� a qu� hora llegaron. Con el boleto los puedo controlar. Me los tienen que dar, es parte del trato y la confianza�. Los boletos de colectivo en Buenos Aires tienen marcado horario de ingreso y n� de colectivo, dentro de otros datos. Pero con Lalo es distinto, se maneja en el barrio, los controles de Erminia tienden a ser efectivos �C�mo volcar a un adolescente hacia actividades positivas si no hay expectativas para vivir en la norma? Y vuelca a algunos padres a implantar controles obsesivos, normas informales, en su intento de no perderlos.

 

Apareci� solapadamente, en el medio de todo, la discusi�n del bien inmueble. [Moni] ��C�mo? �La Chiqui te levant� la mano a vos, t�a?� [E] �No porque yo la par� y le di un cachetada antes, me puse firme� (lo dijo muy suave, quiz� gan� de mano verbalmente). O sea que la violencia tambi�n empieza a aparecer, quiz� en el borde de lo cotidiano. En cambio Erminia le pidi�: �Yo le ped� para pagar algunos gastos y ella lo tom� a mal�. Quiso implicarla dentro de la unidad dom�stica de manera sana. Moni: �Yo le habl� y le dije [con tono] te est�s equivocando, porque cuando el t�o ten�a, vos com�as de lo que ten�a el t�o. Y ella respondi� que le daba plata al t�o �Pero lo que le daba eran $100!�

Moni marca la falta de asunci�n de responsabilidad previa en la nieta �La Chiqui�, pues a�n con trabajo estable le daba s�lo $100 (aprox. U$A 30) para gastos de ella y su hijita Anita (no alcanza para equilibrar su gasto cotidiano) mientras viv�a dentro de ese hogar sin otro aporte (ni para el hogar en general ni para ellas). Ella tampoco compraba aparte, daba a su abuelo para comestibles para las dos (nieta y biznieta. Esto de alguna manera comprueba que con $100 su modo de integraci�n a la unidad dom�stica est� fundada m�s en recibir que dar; recibe mucho pero daba poco. Ahora que el abuelo falleci� y pierden $900 quiere estar en la misma situaci�n y ello trae conflictos para organizar.

Otro d�a se retom� el tema de la herencia, parece que le sacaron plata cuando falleci� su esposo. [E] �La Moni me dijo, T�a te sacaron algo de arriba del ropero, te sacaron plata; y yo le dije dame esa plata, era para comida de �l y para el hospital [del fallecido]. Nunca me la dio, al poco tiempo compr� pantal�n y zapatillas para Anita y ella ahora tambi�n tiene ropa nueva. La plata no me la dio tampoco�. O sea que su nieta Chiqui, adem�s de no aportar, probablemente le haya robado. Le pregunto cu�nta plata ser�a, me dice �no s�, creo que eran de los violetas� [refiere los de $100 de mayor nominaci�n].

 

Consulto porqu� La Chiqui asegura que le corresponde heredar parte de esa propiedad. Relatan que el bien estaba a nombre de Oscar (fallecido) y Lalo, hijo adoptivo. De manera que Lalo vuelve a heredar cuando ya pose�a el 50% (suma 75%). La Chiqui heredar�a una porci�n much�simo menor, derivada de la parte de la herencia de Erminia (heredera en 25%). Y dicha parte debiera ser heredada primero por su �nico hijo restante, Gustavo. Y luego los 5 hijos de �ste le corresponder�n 5% para cada hermano; La Chiqui es uno de esos hijos. Es desagradable que Erminia ya mayor, parece que su nieta no la contara como heredera. Y si Lalo se droga y va a la c�rcel �c�mo se ejerce ese derecho? Moni dice �el d�a que la t�a falte, yo voy a hacer ejercer ese derecho [aplica esa palabra]. Y el d�a que Lalo vaya a la c�rcel, si va, si vos no est�s, yo voy a buscarlo. Ya le dije, vos me llam�s a m�. Yo te voy a buscar. No por vos, sino por la memoria de mi t�a. Quedate tranquila, que yo por vos lo voy a ir a buscar�. Como presunci�n, La Chiqui expresar�a algo com�n de muchos villeros, el sentido de propiedad de hecho (no de derecho), la falta de aplicaci�n de normas escritas, sino consensos poco claros. Por suerte Erminia y Moni conocen el derecho (aunque es sabido que muchas unidades del Conjunto no transcurrieron bajo ese criterio).

 

Cada dormitorio tiene un nombre en su puerta. El de la izquierda tiene armado con rompecabezas Lalo; al fondo La Chiqui y Anita en letras grandes, y a la derecha Ermi. Los ambientes est�n cerrados, como propiedad exclusiva no compartida. Totalmente cerrados salvo del de Erminia, que permanece abierto. El de Lalo puede verse cerrado y pocas veces abierto, pero el de Chiqui est� siempre cerrado. El departamento muestra, adem�s de cierto deterioro f�sico, la compartimentaci�n que expresa maneras conflictivas del habitar cotidiano. Marca excesivamente lo particular, donde no hay que meterse y la sala p�blica puede quedar simplemente al borde del saludo ocasional, de compromiso.

 

En visita posterior donde tambi�n comimos, Erminia dice bajo �Est�n mal con Lalo, �l le dijo �andate, quiero que te vayas� [a Chiqui su prima]. Vino el hermano [de Chiqui] Mat�as quien contraatac� [confusamente] �comprate un terreno y andate, ped� un pr�stamo� [es imposible]�. El desgranamiento familiar se acent�a a pasos agigantados. �La Moni dice �no se puede ir �y Anita?�. [Pregunto por el novio de Chiqui]. [E] �El nunca aporta, ella le compra de todo, pantal�n y zapatilla, �l nunca tiene un peso. A m� no me gusta, cuando viene no lo trato demasiado [no favorece el di�logo] El otro d�a ella estaba llorando y llorando, as� que le di un sopapo� [cachetada, pero luego dice que no le peg�]. Ello implica un cuadro que cada vez se complica m�s, pues Chiqui elige un hombre, padre de Anita, quien no aporta lo que corresponde. Nuevamente la falta de reglas claras favorece una ecuaci�n dif�cil.

 

Cuando termina la comida Lalo se va y Erminia lo persigue [E] �A d�nde vas? [L] No s� [E] decime a d�nde vas [dulcemente]. [L] Voy al cyber� [E] �D�nde es? Cu�l cyber, no vi ninguno [sale con �l al n�cleo de escalera para ver d�nde va], [L] tomate un palo [insulto m�s fuerte que decir dejame de joder, aunque en tono bajo]. Le pregunto ��tu hijo Gustavo no puede venir?� Responde ��para qu� si no tiene un peso? No puede pagar nada, hace 10 a�os que no trabaja� [R] �No para pagar, sino para armonizar en la casa con La Chiqui [hija de Gustavo]�. [E] �No, para nada, �l era chofer de colectivo, se pone de muy mal humor y reacciona mal� [los colectiveros en Argentina de hace 10 a�os eran famosos por su mal trato hacia el p�blico, enfatiza la falta de normas] �Dec� que todav�a me hace caso�. Pareciera que se enga�a con Lalo, pues en verdad ya no le hace caso.

 

Este caso explica entonces con meridiana claridad aquello que Susana dec�a �a muchas madres los hijos se les van de las manos�. Abre dolorosamente esa expresi�n general. Posiblemente la identidad juvenil aparece, toma, adopta, capta j�venes en situaci�n de unidad quebrada, per�odo afectivo inestable. Identidad juvenil cercana de la droga, se mantiene agazapada buscando modos de reproducci�n. Por eso se escapan, porque la identidad juvenil seduce hacia la droga, el ocio, el robo. Y la falta de expectativas no contiene marcos conducentes. La ausencia de normas multiplica en regulaciones conflictivas, ecuaciones que desgranan el tejido familiar y afectivo, fomentando la desorganizaci�n y no son ya f�ciles de normalizar. El caso del hijo de Olga permite avizorar a qu� puede conducir situaciones desatadas, desmembradas, desreguladas, como las expresadas.

 

4.3 Olga. Me mataron un hijo y yo no me met�

Muchas veces entraba por el costado del barrio por la calle Marconi a trav�s de los pasillos largos. Camino por la cinta de alisado de cemento, los alambrados que bordeaban las casas de chapa y m�dulos cer�micos junto a peque�os jardines producen, en el contexto deteriorado, una interioridad relativamente amable. Es bastante habitual que la gente salude, aunque hay que tener cuidado. Atravesando las casitas cruzando el descampado �la canchita de La Capilla� est� la Iglesia cat�lica Nuestra Se�ora de la Asunci�n o La Capilla de La Gardel. Se entra por el SUM, sal�n amplio con techo de b�veda (parab�lico de chapa) y paredes pintadas prolijamente, con gran cantidad de sillas hacia un altar con flores. Hacia el costado est� el comedor de C�ritas. Hab�an varias mujeres cocinando; suelen rotar d�a por medio. Como otras tantas veces me invitaron a sentar a la mesa, y ofrecieron mate. Me saludaron �Ricardo �otra vez por aqu�?, qu� bueno verlo de nuevo�. No era dif�cil sacar conversaci�n, de tanto ir me hab�a acostumbrado a ellas y ellas a m�. Varias relatan pareceres del barrio y yo empezaba a anotar, sin que notara que esto molestara. Por el contrario, sent�a que si hubiera alg�n hielo instant�neo, se disipaba con el calor del tema que disparaba en el entusiasmo y buena fe de estas mujeres. Hoy estaban Nilda, Kica, Vanesa, Ana, Luisa y Olga. Muchas intervienen por momentos en los relatos. Algunas tienen forma dulce de hablar, otras son calladas mientras que otras hablan de forma m�s expansiva. Llevan y traen ollas con comida hacia el comedor. Conocen bastante la vida de cada una, y hay, no s�lo un clima bastante animado, sino que se aspira una mirada heterog�nea sobre los problemas del barrio, dado que ellas no fueron convocadas por pensar de la misma manera, sino simplemente para armar un grupo de cocina. De todo el grupo de mujeres que alternaban all�, con algunas ten�a interlocuci�n m�s cercana y con otras m�s distante. Con Veri, una de las jefas, intercambi�bamos simpat�as. Sent�a que era un excelente lugar para debatir temas en la mesa. Me pareci� que hab�a buenas posibilidades de obtener verdad en debate abierto entre mujeres que no necesariamente tuvieran coherencia previa, afectaciones pol�ticas, sino una mirada heterog�nea e integral. Trataban temas barriales, pod�a proponer y participar.

6-Monoblocks y calle

En la segunda visita de 2005, Veri introduce a Olga, vive en el 27, 1er piso, la hab�a visto en el encuentro anterior. A ella le hab�an matado un hijo, se acerc� compungida, con cara dura, en parte con ganas de hablar o descargarse. Olga trabaja tambi�n con Veri en el ropero y dice que se siente mal, �me tendr�a que haber ido antes�. Cuando terminan de cocinar me dice. �Fue en 2002. Mataron a mi hijo de 18 a�os, lo mat� su amigo, Marcos, que eran como hermanos, Juan y Marcos eran muy amigos�. Sus palabras brotaban cual borbotones inexplicables; expone un discurso conocido por las dem�s mujeres. Sobreentienden cosas que no logro entrelazar salvo en contexto general de su discurso y en visitas sucesivas. Olga es una bella mujer de muy buena figura, modales muy suaves pero firmes, cara un tanto rectangular, rasgos bastante endurecidos, parece el tipo ind�gena sure�o. Su pelo negro y lacio, muy brillante, ca�a acompasado casi hasta la cintura, cual cascada de agua morena.

 

�Ahora est� todo en un juicio [llorosa] pero �qui�n me devuelve a mi hijo! �reitera- me tendr�a que haber ido antes. Fue un balazo que me mat� a Gur� [sobrenombre]. �Cerr� la puerta, P� [le dec�a P�]. Recibi� un balazo por una ri�a en el departamento de enfrente. Marcos ten�a una deuda por problemas de dinero y lo vino a buscar un vecino. Marcos y ese vecino discutieron en forma fuerte pero controlada. Luego Marcos trajo un arma y amenaz� a su vecino, mientras la hermana le gritaba que bajara el arma. No ten�an contacto f�sico, y Marcos le dec�a �andate, yo te voy a pagar� y su vecino no se quer�a retirar, subieron de tono y como amenaza Marcos dispar� contra la puerta, que no hab�a nadie. Dispar� cerca de su vecino, pero no apuntando al cuerpo. La bala atraves� la puerta y cruz� todo el espacio y mat� a Juan de un balazo justo en el coraz�n [hizo mueca ir�nica denotando la exactitud del tiro] que estaba en el otro monoblock�. Los Monoblocks est�n puestos en paralelo; las puertas de cada unidad quedan una enfrente de otra gracias a n�cleos circulatorios, pasarelas y pasillos colgantes.

 

�A veces es feo ver que la tele discrimina al barrio. Pero nosotros lo permitimos, porque permitimos la droga, permitimos que los chicos tengan armas, permitimos que entren autos [desarmaderos] mientras sabemos que los polic�as no dicen nada �C�mo es que los polic�as estaban todos juntos reunidos en la esquina y justo, justo robaron en la otra cuadra? Mi hijo nunca iba a robar y yo te lo puedo decir. Hay madres que hablan que a su hijo lo mataron, pero no te dicen que robaba. Hay muchos que mataron porque robaba y estaba en la droga �Pero mi hijo no! Sin embargo a �l le gustaba quedarse en la puerta hasta las 11 de la noche. Y yo sab�a que en la Planta Baja hab�a gente que se drogaba. Y nadie dice nada. Y yo tampoco dije nada, y ahora mi hijo est� muerto �A esa se�ora que le mataron 3? Primero empezaron por la calle y despu�s siguieron en la droga. Ese pibe ten�a tres balazos, cuando sali� del hospital lo llevaron a la c�rcel y muri� quemado. La otra se�ora estaba en la droga y dej� un hijo de14 a�os.� Habla de una desorganizaci�n densa de barrio y hogares que profundiza la inseguridad.

 

�Yo ten�a la reja sin llave y la puerta entreabierta y la estufa prendida. Le dec�a, �P�, ten�s que abrirte, no ten�s que seguir en la misma situaci�n�. La mayor�a de sus amigos se drogaban, pero jugaban a la pelota. Se hizo de amigos grandes, pero no; no me hizo caso. Era un chico muy callado, estaba jodiendo todo el d�a [bromista], me ayudaba en todo, hac�a la mesa, le encantaba lo frito. Jugaban a la mancha, jugaban a las bolitas porque eran vecinos. Cuando hay un problema as�, si te met�s es agrandar el problema. Si no ten�s nada que hacer, no pod�s participar. Era un chico rebueno [desconsolada]; cuando estaba feo [el clima] los llevaban a la escuela y �l me dec�a �no te levant�s�. No ten�a maldad contra nadie, era un chico muy sociable. Yo no me met� y ahora mi chico est� muerto�.

 

�C�mo le puede desear el mal al que mat� a sus hijo si no estaba en sus cabales?� Olga me mostr� las fotos de su hijo Juan. Muchacho delgado, tez mate relativamente clara, pelo oscuro. Cara sonriente; sus ojos negros desnudaban una mirada clara, sincera, sin vueltas. Olga mostraba y dec�a: �Ricardo, me hace bien hablar esto con Ud. Me hace bien, agitando su mano como si abanicara su cara. Con mis hijos no lo puedo hablar, con mi marido tampoco porque no nos llevamos [bien], nos estamos separando. Con las chicas ya lo habl�. Hablarlo con Ud me hace bien�. Mantuvimos varios encuentros hablando del tema, una especie de sobremesa, un mate despu�s de comer el guiso, cuando todas las chicas ya se hab�an retirado. Quedaba lavando algunos pocos platos, secando la mesa, participaba un poco m�s de su pesar que desnudaba una mam� mutilada, cara endurecida por dolor y llanto controlado.

 

Tambi�n relat� el cuadro familiar que se despliega ante la tragedia. El impacto del dolor de la muerte de su hijo en la casa, se asemeja a cuando un boxeador es noqueado, arrojado al piso, y queda con alg�n miembro moviendo nerviosamente, como reflejo, no de lucha, sino de inconsciencia y nerviosismo impregnado en las c�lulas anormales, sin movimientos coherentes. Eso parece el deterioro familiar, droga y violencia que se mete desde el contexto, pues no se lleva s�lo al chico aisladamente, sino la deja inmersa en un barro negro cloacal, un conjunto familiar nervioso, con graves dificultades de recuperaci�n. Recuperaci�n que en el aspecto marital pareci� imposible.

 

�El pap� era un tipo trabajador. La droga te atrapa. Te agarra flaqueando y no te deja. A veces no me puedo poner en el lugar de los hombres; no lo sufren lo mismo que nosotras, pero [�l] no lo pudo superar. Nosotros nos estamos separando, a veces se dedican a la droga. Por m�s que hag�s no se arregla con fumar y tomar vino. A veces quisiera arreglar mi vida, hacerla de nuevo y no pod�s pensar en vos. Y te critican. Y vos pens�s que �l no sabe qu� hacer. Por eso laburo afuera �porqu� ellos pueden salir y yo tengo que decir d�nde voy? Me critican� El es portero, yo me siento libre. De mi casa nunca hubo ayuda, siempre estuve al mando. Los hombres si no tienen un peso en el bolsillo parece que no son nadie �Y hay que manejar a los drogadictos! Se drogan, andan drogados todo el d�a, tienen mucho �nimo; cuando se les pasa es agresivo y pega. Mir� que Esther (hija de 17 a�os) es grandota. Si �l le mete un sopapo ella contesta, pero de palabra y llora. Contestaba mucho y le dec�a de todo al padre. Yo le dije que me iba a ir de casa y Esther dijo que se iba a quedar con �l. Yo le ense�o que no tiene que ser rencorosa, que viva ahora. A veces es feo que se acostumbre a los golpes, que nunca lo permitan. Yo me quiero separar, ya me cans�, quiero mandar en mi casa. Nunca tuve autoridad por temor a que �l abra la boca. El era el malo y yo nunca tuve autoridad. Nunca tuvimos lugares compartidos. No com�a con nosotros. Ahora s� porque yo se lo pido y come en la mesa. Como est�bamos peleados los chicos estaban obligados a llevarle la comida a la pieza. Nunca dej� de servirle siempre, pero era inc�modo para los chicos. Despu�s se les hac�a costumbre y por ah� los chicos iban a comer con �l a la pieza. Ahora no, sirvo en la mesa y si viene, bien; si no, no. Los chicos le bromean y le contestan. Lo echaron de la f�brica de aluminio y lo echaron en Muresco [empresa], se reprim�a e iba a la cama. Y en vez de quedarse y guardar la plata. As� cr�an a sus hijos, sin decirle que hay responsabilidades y vieron a sus padres dormir deprimidos porque lo echaron y ahora toma lo mismo�. Se esforz� por regular en base al sentido com�n.

 

Como agente de provincia, varias veces sal� de recorrido a los Monoblock y era un problema comer, pues en C�ritas sirven temprano, 11:30 a 12:00, hasta las 12:30 puede haber comida. Por razones de viaje era dif�cil llegar a Mor�n antes de las 11:00 (adem�s es un lugar donde se concentra el viento y el fr�o), salir temprano a los Monoblock no era simple. Era com�n que saliera y volviera justo para las 12:00 a 12:30 y comiera algo de lo que quedara con las chicas. Una vez sal� tarde y Olga pregunt� al pasar ��Ricardo, vuelve a comer?� respond� afirmativamente. Esa vez volv� m�s tarde, cerca de las 13 y ella me sorprendi� esper�ndome con la comida guardada en un recipiente cuando todas las chicas se hab�an ido. Volvimos a encontrarnos, a conversar solos, sobre la muerte del hijo, expres� que era un aporte que quer�a dar �para que le sirva a su trabajo�. Pero m�s all� de su inter�s en comunicar su realidad, el hecho de guardar comida y esperar es porque le serv�a a ella, parece tener alguna semejanza al conflictivo espacio marital, donde ella le dejaba comida. El rol en este caso del confidente hombre, ser el que anota facilit� esa ampliaci�n discusiva, vino desde otro lugar pero profundiz� mis posibilidades de conocimiento.

 

Otras mujeres acercaron discurso. Dice Betty �en todos lados venden droga. Sin m�s, usted sale ac� ah� hay una se�ora sentada que vende al que pasa. Yo ve�a a esa chica ah� y no ca�a, despu�s me voy para la feria y digo ��sta qu� hace todos los d�as, est� ah� sentada entre el casillero? Y despu�s vi que le vend�a a un pibe y ah� vi que le alcanzaban la plata y ella le dio. Digo �ah! esto es lo que hace. Cada vez que pasaba estaba sentada �ser� que no tiene nada que hacer? dec�a yo. Tonta porque no ca�a� Hab�a otra que le dec�an La abuelita, en la tele, porque era viejita. Y era la que le prove�a de droga a todos en el barrio. Esa es la abuelita del pibe Marcos. De la casa de ella fue el tiro. El pibe de Olga, ellos viv�an arriba, en el segundo y la casa de esta mujer era abajo. El disparo vino de abajo para arriba. Hay un mont�n de chicos muertos, hay un mont�n. Este barrio es tremendo.

 

Resulta llamativo pues las palabras �no te metas� de Olga ten�an parecido formal al discurso de Argentina de la �poca del proceso, del cual el barrio parece no terminar de despegar. Ser argentino en los �70 era �no te met�s�, �ser humano�, eslogan televisivo conocido. Pensaba, cual prejuicio, que este �no te met�s� pod�a corresponder a una cristalizaci�n sostenida durante cuarenta a�os. El Padre Rodrigo, explic� que es regulaci�n cotidiana diferente de aquella: �Porque el no te metas Argentino [los �70] era mas bien algo indiferente. Este no te metas [de Gardel] es porque en realidad te puede pasar algo peor. Si muri� tu hijo en un tiroteo, pero no porque se estaba tiroteando sino por una bala perdida, bueno, no te metas, porque ten�s m�s hijos� Adem�s no sab�s por d�nde la cosa puede saltar, las an�cdotas, gente que entr� a alguien, en la �poca de los secuestros, secuestros de autos, robo de autos, entraba un tipo con su familia ac� para robarle y lo ten�an debajo de un monoblock, llamaba el vecino� para decir a la polic�a porque adem�s los vecinos se conmov�an frente a esto porque no es que �bueno; no nos da lo mismo! Pero despu�s ten�as a la polic�a que le pasaba el n�mero de tel�fono del tipo que llam� [buchoneo al mat�n local]. Entonces todos esos circuitos, dec�s �se paraliza porque el vecino se anim� a llamar a la polic�a? Resulta que la misma polic�a despu�s le pasaba el tel�fono�� La expresi�n del no te met�s en el proceso Militar era mantenerse naive �ser argentino era ser derecho y humano�; mientras el no te met�s en Gardel era respetar la norma, consciente de qu� pasa y a�n no actuar.

 

Al brindar un aporte habitacional se prefigura un ideal de habitar. Si no se tiene en cuenta historias tan duras, gente primero marcada, luego atravesada o mutilada, se puede correr el riesgo de auto congratularse al realizar un edificio que pueden conllevar en el tiempo �ojal� no lo sea en este caso del nuevo emprendimiento- instalar nuevo marco f�sico para un viejo dilema social. Olga nos muestra que el silencio juega a favor del descontrol, la droga, la inseguridad. El silencio fragmenta; callarse implica recortar la seguridad a un c�rculo m�nimo que desgraciadamente puede ser vulnerado con extrema facilidad. Inseguridad que ya no s�lo se instala entre quienes juegan cartas violentas, es la misma inseguridad que se desparrama por doquier. Sal� de la capilla y caminamos por los monoblocks. De una casa sal�an desechos del ba�o hacia la tapa de inspecci�n de la calle por medio de un agujero realizado en la pared. Cabe preguntarse si resolver problemas f�sicos implica ser certero en el dilema social.

 

Final

Se ha expuesto en forma sucinta la metodolog�a cualitativa en su orientaci�n etnogr�fica (variante del m�todo hipot�tico deductivo). Se desarrollaron partes de trabajo de campo que originalmente tiene otra orientaci�n a fin de brindar p�rrafos de descripci�n densa orientados hacia la tem�tica seguridad residencial. Se comprueba claramente que la socialidad habla si se interroga adecuadamente a sus habitantes. Aqu� la deriva, a veces err�tica, adecuada a las pr�cticas sociales, interactuando de manera dial�ctica, permite trabajar con la perspectiva del actor, buscando una interpretaci�n desde el mismo seno de los intercambios locales. Si bien es muy respetable que haya orientaciones cualitativas que partan de un formulario para investigar temas absolutamente necesarios, la orientaci�n etnogr�fica parte de pocas premisas previas: objetivos, ideas en borrador, suposiciones que pueden ser prejuicios necesarios para ir descubriendo el sentido que otorga el otro. Hasta incluso las que plantean de modo general, pueden ser especificadas en el desarrollo de los casos.

 

Cobra mucha fuerza la palabra de Erminia, dado que se ha tiene la oportunidad de participar durante el mismo momento (actual) donde, desgraciadamente, se debaten en la anomia. Anomia como falta de aplicaci�n de normas, en verdad regulaciones de convivencia b�sicas que son reemplazadas por otras bastante complejas que conllevan a la discusi�n y al conflicto que se eleva en espiral. Anomia en el sentido de desgranamiento, desintegraci�n, desorganizaci�n social que no motiva, especialmente a la juventud, a buscar referencias e instancias de vida superadoras de la precariedad. Es la diferencia con Susana, informante que aporta cuestiones que permiten abrir los sentidos, aunque ella habla como vecina que ha visto, desde una experiencia de control de su hogar y su iglesia.

 

Se observa en esta juventud una toma del espacio p�blico como lugar de deriva sin rumbo, coincidiendo con Margulis �en la despolitizaci�n y carencias de proyectos�[23]. Vuelco hacia el narcisismo donde hay valores capitales (ropa, m�sica, drogas) y sobre todo, pertenencia a banditas que contienen pr�cticas perversas instaladas hist�ricamente en el barro local. El efecto de una crisis incre�blemente prolongada, donde no s�lo cualquier joven en Argentina es atravesada por la falta de trabajo y falta de ideales, sino muchos j�venes de La Gardel como Lalo, adem�s, llevan una mochila pesada, con ra�ces en �pocas perversas de represi�n militar generalizada, guerrillas y bandoleros locales que �prove�an�seguridad. Es tambi�n, parte del problema de Olga. Quien ha cuidado a varios hijos y aunque contaban con esperanzas y cualidades personales positivas, el contexto anastamoseado los implic� de manera tremenda. Actualmente Olga vive fuera del barrio; vuelve de visita pero con un hijo perdido y un matrimonio deshecho. Relata lo que sucedi� hace dos a�os y me ha integrado a su experiencia de manera v�vida, pero el relato me llega como una instancia del pasado, y si bien se observan aqu� potentes frases, desgarradoras, incluso que permiten reflexionar sobre el pasado nacional, no se encuentran tantos matices, el discurso es m�s homog�neo, general, forma parte de un pasado que ella desea superar.

 

�Qu� pasa con las conformaciones urbanas? La instalaci�n de los �70 (Conjunto Habitacional y NHT), aplic� un discurso radicatorio, positivista (perverso), la gente ten�a escasa o nula cabida. El proyecto arquitect�nico (moderno, funcional) supon�a formas circulatorias innovadoras, asoleamientos, y otras cualidades externas al modo cultural. La gente lleg� al lugar de diversas maneras, por ejemplo: depositada violentamente por la erradicaci�n militar; algunos pocos eligieron la erradicaci�n (provenientes de inundaciones que se inscribieron en el programa); otros se instalaron tomando predios y NHT vac�os pac�ficamente; muchos se apropiaron con violencia rompiendo puertas de departamentos de Monoblocks que pod�an ser entregados a gente de su misma condici�n, etc. Es la versi�n m�s perversa de la separaci�n sujeto-objeto, donde el otro o es meramente tratado como un ser del cual deb�an hacerse cargo tras erradicarlo cual villano a desinfectar. Sucedi� en paralelo que ese ser se hizo cargo como pudo muchas veces equivocadamente -apropi�ndose- de un espacio cuyo significado �erradicado� puede sostenerse que a�n hoy no parece ser superado.

7-EL subprograma desde los Monoblocks

El nuevo emprendimiento de 432 viviendas iniciales contiene grandes facetas del positivismo, en una versi�n moderna donde se intenta minorar la distancia entre sujetos, emplazar la dial�ctica cuando las decisiones importantes ya se han tomado. Aqu� hay actores diferentes del caso anterior, dado que no existe la represi�n del Estado, sino que hay una decisi�n de altas esferas nacionales al �bajar un programa� y obtener r�dito (plusval�a pol�tica) a�n sin conocer el caso en profundidad. No se brind� la oportunidad de realizar un diagn�stico general de la situaci�n considerando el problema en su totalidad, sino adjudicando dinero de manera casi compulsiva. La situaci�n del estrato provincial en un principio (gesti�n arq. Garay durante gobierno ing. Sol�) se caracteriz� por la permeabilidad ante esa bajada, lo cual lo ubic� en situaci�n de escasa injerencia espec�fica y por tanto debilidad propia para decidir. El modelo instalado es el avance de la econom�a de mercado (empresa constructora como generadora de empleo) con fuertes efectos en el impacto global, a trav�s de la pol�tica habitacional propaganda del Estado, manejo electoral, llegar�, por efecto derrame un nuevo estilo de vida por a�adidura.

 

La situaci�n de Mor�n fue tambi�n, diversa con las anteriores. La gesti�n de Sabatella se encontr� con una decisi�n del estrato superior (Dr. Kirchner) frente a la cual mostr� gran vocaci�n (dir�a excesiva) para ejecutar vivienda y solucionar uno de los aspectos cr�ticos, sin hacer menci�n oficial, directa o indirecta �sobre todo al inicio- que el problema era mucho mayor que el que se estaba encarando. De todos modos, su ubicaci�n es excesivamente compleja: depende de Naci�n m�s que de provincia, sabiendo que los cambios de las gestiones casi nunca favorecen los procesos y ello genera desconfianza y -porqu� no- obsesividad. La progresista gesti�n municipal se implic�, capt�, promovi� dicho presupuesto y programa, lo cual produjo compromiso frente al actor villero, en la trastienda del Posadas; tremendo por su pasado y presente. Esta en�rgica acci�n promovi�, como contrapartida, la divisi�n local debido a que ante la inexistencia de un diagn�stico desde el estrato superior, se acepta la sectorizaci�n, evitando analizarse el total como conjunto. Un sector peque�o ten�a una obra para resolver temas y el otro mayor no.

 

Cabe mencionar que se realiz� un informe sobre Monoblocks de manera mixta (provincia- municipio) con participaci�n decisiva del presente autor de este texto (uno de los dos trabajadores de campo y redactores del mismo), dicho informe fue directamente cajoneado, ocultado, invisibilizado durante dos o tres a�os por esas entidades (municipio y provincia). Durante 2008 se est�n gestionando algunas mejoras f�sicas aparentemente muy reducidas, con lo cual aqu� posiblemente haya una situaci�n m�s distanciada que en el caso de las nuevas casitas �desde el punto de vista que las mejoras se basan en aspectos de infraestucturas, fundamentalmente sanitarias. A juicio de este autor, de existir las mejoras sanitarias, resultar�a una obra necesaria, importante, que tomar�a un compromiso normativo m�s superficial que las nuevas viviendas del Subprograma.

 

Al momento de lanzar su obra de gobierno de Mor�n el intendente expres� que busca �construir ciudadan�a� crecer con inclusi�n y equidad�. Resalta �No existe ciudad sin ciudadanos, y no existe ciudadan�a plena si no tenemos todos y todas las mismas oportunidades de crecer y �desarrollarnos.� Ello era bastante coherente, incluyendo p�rrafos para Gardel: �Esta intervenci�n permitir� erradicar [textual] las casillas precarias en las que habitan m�s de 2.000 personas, generando una clara acci�n inclusiva al brindar oportunidades de vivir con mayor dignidad� (Sabatella: 2005). En la actualidad existe un video (URBAL 2008) que promociona la urbanizaci�n realizada cual obra de gobierno con funcionarios que aseguran que se est� generando ciudadan�a y que el proceso de participaci�n fue declarado de inter�s municipal. Lo cual marca, indudablemente, un discurso interesado en el tema.

 

Sin embargo, cuando se analiza con profundidad el nuevo emprendimiento del subprograma, el concepto de ciudadan�a resulta superficial. Pues los vecinos se enteraron del proceso pr�cticamente cuando la empresa constructora estaba llegando al terreno (circulaba por las oficinas el discurso �no levantar demandas ni generar expectativas�). La etapa previa (ajuste de censo anterior) se realiz� sin mostrar planos de viviendas ni urbanizaci�n, sino en un marco de charlas amplias. Las mismas en verdad eran necesarias, pero fueron un camino lento comenzado bastante tarde (los planos estaban en la mesa, pero las reuniones se lideraban desde trabajadoras sociales, ellas no los abr�an y tampoco pod�an explicarlos). Era bajada racional de especificidades dentro de capacidades que el municipio dispon�a. El proceso de participaci�n fue m�s acelerado cuando la empresa lleg� �a�n existiendo fuertes contradicciones mucho m�s all� del robo del alambrado (hubieron otras). Se bas� primero en definir d�nde se iba a ubicar cada vecino, formas de pago, etc. con colaboraci�n de ONG Madre Tierra, altamente calificada para estos procesos. En �poca muy avanzada del proceso s� se fomenta la apropiaci�n social del conjunto. Desplegaban planos de vivienda, proponiendo a los vecinos que ubiquen en borrador los muebles, que discutan entre s� aspectos de su futura morada (al principio era muy relativa, la gente desconfiaba de todos, incluso del mismo municipio). Este mismo investigador, otrora participante desde provincia, ofreci� gratuitamente (por pedido de los vecinos que claramente he apoyado) trabajar con familias en la instancia de mudanza, teniendo en cuenta su experiencia de arquitecto y antrop�logo, adem�s de conocedor del lugar y nunca dieron espacio para esa actividad. Dicho pedido se aceptaba formalmente, pero nunca se promovi�. Todo redunda en un abroquelamiento del proceso de participaci�n, una participaci�n calculada, dirigida, desconfiando de los �independientes�, a�n cuando produjeron informes de gran val�a que se utilizan en la gesti�n y haciendo fuerte trabajo de campo. Lo cual no disminuye la leg�tima alegr�a de los vecinos que muestra el video mencionado, ni las im�genes positivas de las nuevas calles prolijas, con sus recientes veredas, casas pintadas, algunas con jardincitos, otras con peque�os comercios o emprendimientos productivos. La leg�tima alegr�a y el trabajo otorgado a vecinos (optimizando su relaci�n con la sociedad) se contrasta, por ejemplo con el mantenimiento de los muros divisorios del antiguo hospital (Las Nuevas casitas se construyen al interior de lo que antes eran predios del hospital). Norma, vecina clave �esos muros es como si los hubieran construido de vuelta, parecen m�s fuertes que antes�.

Fotos de muros

Por tanto, es necesario enfatizar que hay much�simo camino por recorrer a�n. �Qu� pasar� con el pasaje del sujeto pasivo anterior al actual demandador de servicios por empresa, en un marco que sostiene a�n m�s de medio barrio inmerso en el barro? �Qu� implicar� concretamente la tan mencionada (gastada) ciudadan�a cuando la participaci�n resulta de procesos excesivamente conducidos? �Qu� suceder� con la integraci�n hacia fuera en Mor�n y hacia adentro de las nuevas Casitas y el Conjunto Habitacional? Y fundamentalmente, �C�mo evolucionar�n los temas tenebrosos que aqu� se exponen y que habitan cualquier tipolog�a edilicia (casitas, NHT, Monoblocks, entorno cercano), acerca de droga, muerte y otros m�s, que no fueron incluidos en el proceso de participaci�n? Se afirma que el paso que sigue a la adjudicaci�n se sostiene en el plano de la esperanza, sin bases t�cnicas amplias que las hayan tratado.

 

M�s all� de los tratamientos y discursos leg�timos acerca de la apropiaci�n, el caso es un ejemplo m�s de propaganda basada en una instalaci�n de bienes y servicios b�sicos con demasiadas inc�gnitas a develar a�n. Durante la aplicaci�n del Subprograma mediante empresa constructora al mismo tiempo segu�a muriendo gente e implic�ndose en la droga, y en otras perversiones que no he podido ampliar. La Piruni aseguraba que �el barrio est� muy desorganizado, la gente no se junta, no se une, no hay armado�. Y se entiende que debe hacerse otro tipo de esfuerzo para ello. Una integraci�n social m�s amplia, no espec�fica a los temas necesarios a gestionar. Un alto funcionario expres� en 2005: �el manejo de la participaci�n es parte de la gesti�n� y resalt� luego �cuando era joven me llenaba la boca con la participaci�n, pero ahora que me toc� el momento necesito ejecutar�.

 

Para instalar otro tipo de proceso, se necesita reflexionar de manera multidimensional, realizar un diagn�stico claro y profundo. Ello necesitar�a no s�lo un municipio m�s abierto, sino un gobierno nacional sin bajadas compulsivas. La pobreza del discurso unidimensional produce respuestas de pocos hilos, ligada a una concepci�n donde se puedan articular las diversas disciplinas donde lo social sea prioritario y no desde un censo que facilite la llegada de la empresa constructora. Siguiendo a Barreto[24] las disciplinas tienen grandes facilidades para trabajar en paralelo, atendiendo cada una desde su lugar en la gesti�n �viviend�stica�, con escasas posibilidades de transformaci�n mutua y finalmente del entorno impicado. El mismo autor cita a Mor�n[25] pues para atender la complejidad se debe integrar los estudios sectoriales en un producto donde se aborde la multidimensionalidad, la �cantidad extrema de interacciones e interferencias entre un n�mero muy grande de unidades�. Es lo que permite trabajar hacia un organismo viviente, auto-organizado, no como m�quina asistida (met�fora del ser humano en coma atendido por sonda). Ello implica atender la incertidumbre y no volcarse radicalmente a una obsesividad controladora (el nuevo proceso de La Gardel). Sino pretender una organizaci�n social basada en la generaci�n de consensos y normas, equidad de oportunidades, marco de desarrollo de identidades. [26]

 

�en el Barrio hay como una escuela de violencia �viste? donde uno va aprendiendo a ser violento. [(R) Una vecina me hab�a dicho sobre un vecino que para m� era un tipo fant�stico y me dijo no, ten� cuidado que esos tra�an gente y guardaban gente ac� adentro para pedir rescate]. La violencia tiene esas manifestaciones, vos te mostr�s con una bondad y despu�s podes ser en otro �mbito m�s privado mucho m�s agresivo. Tiene esa cosa media doble, porque suelen ser personas con mucha violencia acumulada. No lo digo de una manera despectiva, lo digo como una verdadera escuela, cuando uno aprendi� a ser violento desde muy chiquito, porque han sido violento con uno, porque la ha aprendido en carne propia. Son violentos con vos entonces vos despu�s ten�s que ser violento con otros, es el modo de sobrevivir, digamos o de relacionarte a veces tambi�n. Siempre me impresion� c�mo era capaz un chico joven de llegar a matar por un par de zapatillas o llegar a una agresi�n. Vos dec�s qu� barrera est� cruzando esa persona. Creo que una de las barreras es historias de vida muy duras, de abusos, donde la persona fue tejiendo toda su personalidad desde eso y no hubo �mbitos de curar, de relaborar la vida. Fue elaborando su vida desde esa situaci�n, de autodefenderse decir, o repetir lo que hicieron con �l, entonces vos te das cuenta que ah� hay un aprendizaje. Por eso despu�s es tan dif�cil desestructurarlo, desarmarlo, �no? porque qued� grabado.�

�La apertura del Barrio puede ser algo riesgosa en el sentido de que as� como hay riesgos de que vos te vas formando en una esquina. Cuando abr�s el Barrio es generar un escape de los chicos donde empiezan a hacer otros circuitos hacia fuera y a veces hasta mucho m�s dif�ciles. Los trenes, Sarmiento y San Mart�n las 2 l�neas que est�n muy cercas, es contacto con la Capital, Moreno, Jos� C. Paz, las redes de prostituci�n tambi�n son situaciones con los pibes de la calle. Pens� que un chico �no? puede estar metido ac� en frente de la canchita pateando una pelota todo el d�a y no est� expuesto, cuando vos abr�s el Barrio, lo vas unificando m�s al tramado urbano, eso va desapareciendo. La pregunta es �al �mbito que va a ir no va a ser violento tambi�n? Si se sube a un tren y est� desde las 10 de la ma�ana hasta las 12 de la noche en un tren dando vuelta� Cuando vos haces algo, ten�s que ver qu� generas tambi�n, y responder a lo que est�s generando, eso tambi�n es importante. A eso me refiero con asumir la dimensi�n social del impacto de lo que est�s haciendo � (Padre Rodrigo).

 

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[1] Arquitecto, Dr. UBA especialidad antropolog�a. Sede: Centro CAECIS. Universidad Abierta Interamericana. Buenos Aires, Argentina. Correo electr�nico: ricardodesarraga@yahoo.com.ar

Architect, Dr. UBA on anthropology. Campus: CAECIS Center. Universidad Abierta Interamericana (Interamerican Open

Universtity). Buenos Aires, Argentina. Email: ricardodesarraga@yahoo.com.ar

[2] Proyecto investigaci�n UAI 2006-2007 director de S�rraga: �Acciones oficiales de mejoramiento del h�bitat y habitar cotidiano en Villas de emergencia. Representaciones y apropiaciones en el sector urbano Villa Carlos Gardel�. Con continuidad en 2008-2010.

[3] �Sin ser racionales, los agentes sociales sean razonables� La gente no est� loca, mucho menos exc�ntrica o ilusa� ha internalizado, mediante un proceso de condicionamiento m�ltiple y prolongado, las oportunidades objetivas que enfrenta� por medio de anticipaciones pr�cticas que captan, en la superficie misma del presente, lo que se impone incuestionablemente como aquello que �debe� ser hecho o dicho�. Bourdieu y Wacquant 2005 (p.191).

[4] Dentro de los terrenos detr�s del Posadas y que forman parte del �rea hubo un Centro Clandestino de detenci�n (al mando del gral. Bignone), donde estuvieron incluso desaparecidos empleados del mismo hospital y algunos pocos habitantes de la villa.

[5] Geertz. 1988 (p22)

[6] Guber: 1990 (p60)

[7] Guber, 1990 (p.59)

[8] Malinowsky, 1994 (p.10)

[9] Guber, 1990 (p.71)

[10] Se suele denominar villa, anteriormente �villa miseria� al h�bitat segregado, construido con medios precarios y generalmente con poca o nula planificaci�n. Formas ilegales de h�bitat urbano, asentados en tierras no reguladas.

[11] Villas en Argentina; poblaciones o villorrios en Chile; Favelas en Brasil; colonias populares o asentamientos en M�xico; se refieren a barrios con viviendas precarias, infraestructura urbana escasa. Tienen caracter�sticas diferentes entre s�, no hay unidad formal.

[12] La mayor�a de los Institutos de Vivienda (entidades aut�rquicas dependientes del poder ejecutivo) fueron brazos ejecutores de los Planes de Erradicaci�n de los �70 y anteriores.� Desde 1956 �a lo largo de siete a�os el Plan elaborado para cubrir las necesidades habitacionales de 34mil pobladores apenas s� termin� en la construcci�n de 214 viviendas para 1284 personas�. Blaunstein (p. 3)

[13] Torres, 1993 (p.14)

[14] Blaunstein (p. 3)

[15] El Plan era de �Erradicaci�n�. Debe reconocerse que igualmente el proceso fue complejo. Adem�s de la dolorosa erradicaci�n, algunos vecinos ya viv�an en entornos muy deteriorados �algunos de ellos anegadizos- y hay vecinos que afirman haber elegido anotarse en el Plan para �seg�n su �ptica- mejorar su situaci�n.

[16] El PEVE preve�a que inicialmente habr�a radicaci�n hacia peque�os conjuntos habitacionales esparcidos. Sin embargo la soluci�n final se bas� en grandes conjuntos muy concentrados y destinados a una poblaci�n menor a la erradicada.

[17] Volvieron a sufrir erradicaciones en los mismos NHT (la misma gente ya erradicada) durante 1979, plena dictadura.

[18] Pelli, 1997 (p.3)

[19] Durante 2008, a 4 a�os de iniciado el emprendimiento bajo el Subprograma, se est� anunciando que posiblemente haya presupuesto para mejorar la instalaci�n sanitaria incluyendo el gran tanque de agua muy deteriorado.

[20] Ello no implica �por otro lado- la existencia de heterogeneidad del cuerpo de t�cnicos que desde buenas intenciones intentaban fomentar la articulaci�n social como premisa b�sica inicial. Se entiende aqu� que esta intenci�n existi� de manera subsumida dentro de una reflexividad general excesivamente cerrada, que optimiza �los logros�.

[21] No hay demasiadas referencias formales a este pasado. Existe un art�culo del matutino P�gina 12 sobre una pel�cula acerca de la Sra. Galarza, desaparecida por la dictadura. Seg�n entrevistas fueron 4 los desaparecidos en el barrio.

[22] Secretar�a de Cultura de la Naci�n. Coordina H. Cuello , ver http://www.cultura.gov.ar/programas/?info=detalle&id=12&idi=26

[23] Margulis, 1994 (p.26)

[24] Barreto, 2005 (p.24)

[25] Mor�n, 2004 (p.59)

[26] Gallardo, Sep�lveda Carlois, Tocornal, 2001 (p.24)